Existe una norma no escrita acerca del nombre que con el que debes bautizarse si vas a dedicarte al mundo del porno: nombre de tu mascota en la infancia + calle donde te criaste.
En el caso de Nina Hartley, su pseudónimo parece cumplir la norma, aunque ella asegura que el nombre de Nina lo escogió porque le resultaba fácil de pronunciar a los turistas japoneses que acudían a verla bailar en San Francisco. Lo de Hartley vendría porque era fan de la serie de anuncios de televisión de cámaras Polaroid que la actriz Mariette Hartley rodó junto a James Garner en las décadas de 1970-1980.
Titulada como enfermera diplomada por la Universidad Estatal de San Francisco en 1985 con una calificación de magna cum laude, Nina había empezado a pagarse las clases haciendo striptease.
Sus inicios fueron en el segundo año universitario y, sin saber muy bien cómo, se atrevió a participar en su primera película erótica. Su debut fue con La educación de Nina. Desde entonces, Nina ha actuado en casi mil películas porno y ha dirigido dieciocho, labrándose así una de las carreras cinematográficas más reputadas en la industria. En 1993 fue arrestada en Las Vegas junto a otras 10 estrellas porno (posteriormente conocidas como The Erotic Eleven, que claramente nos recuerda a la película Ocean´s Eleven). Nina también ha participado brevemente en películas convencionales, como Boogie Nights, de Paul Thomas Anderson.
En el porno existe un equivalente al Oscar, el AVN, y Lexignton Steele, el único actor que lo ha ganado tres veces, declaró que la mejor experiencia sexual de su vida fue con Nina. Y no es el único. Al parecer, Nina no solo tiene soltura a la hora de exhibirse frente a la cámara, sino que dispone de conocimientos bioanatómicos que le han permitido educar a miles de personas en todas aquellas preguntas que no solemos atrevernos a formular. Nina Hartley, pues, sería un caso similar al que veíamos el otro día, el de Violet Blue.
Así, Nina ha dirigido y producido numerosas entregas de la serie Guía a... ("Guide to…"), que muestra con un estilo altamente pedagógico como practicar sexo oral, sexo anal e, incluso, sexo durante el embarazo (su entrega más reciente, estrenada en 2008).
Pero Nina se han convertido, sobre todo, en una experta en el orgasmo femenino. En 2010, bromeó de esta guisa: "Ahora trabajo para mujeres que son más jóvenes que mis implantes mamarios".
El orgasmo femenino decodificado
Nina se ha especializado en la facilitación de ese esquivo placer que es el orgasmo femenino. Que si clitoriano, que si vaginal, que si nunca lo he experimentado, que si me desconcentro, que si los hombres no saben tocar… muchas son las variables que influyen a la hora de obtener un orgasmo femenino que, a diferencia del orgasmo masculino, es más cerebral y emocional que físico.
Según Nina, de hecho, los hombres no son los que pueden provocar los orgasmos femeninos (por mucho que practiquen con las vaginas artificiales que comercializa la propia Nina, como podéis ver en el vídeo), sino que pueden ayudar a que la mujer lo consiga por sí misma.
Lo principal es que la mujer no le tenga miedo a Onán, tal y como ella misma declara:
Si no se masturba regularmente, lo suyo será más complicado, y el lastre tanto mayor que no te valdrá la pena, a menos que te ponga cachondo ser el que resuelve el problema. Como mínimo tiene que acercarse a la línea de salida y sentirse cómoda hablando de sus propias posibilidades orgásmicas (…) Una mujer necesita saber lo hermosa y excitante que está en ese estado.
Entrénate
Uno de los consejos más repetidos por Nina a las mujeres anorgásmicas o que tienen dificultades para soltarse es que practiquen. Que al menos empiecen con dosis de cinco minutos cada noche, antes de dormirse o inmediatamente después de despertar. Y, sobre todo, que la culpa, la vergüenza y el tabú se diluyan hasta desaparecer. Para ello, Nina recomienda un libro, una suerte de biblia del orgasmo: Sexo para uno, de Betty Dodson.
Una vez se está liberada, empieza el verdadero entrenamiento: practicar con hombres. Además de relacionarse con hombres lo suficientemente sensibles como para no pensar en exclusiva en el mete-saca mecánico y que disfruten tanto con ellos mismos que proporcionando placer a su pareja, Nina hace hincapié en dos posturas que requieren precisión, como en un baile coreografiado. Las resume así Timothy Ferriss en su libro El cuerpo perfecto en cuatro horas:
1. Cambiar el ángulo de penetración de modo que la cabeza del pene entre más en contacto con el punto G femenino, que es aproximadamente del tamaño de una moneda de cincuenta céntimos y está situado entre dos y cinco centímetros hacia el interior de la vagina en el lado superior. Si el hombre introduce el dedo índice hasta el segundo nudillo (con la palma hacia arriba) y realiza el gesto de llamada, debería tocar con la yema del dedo un tejido esponjoso o estar a menos de un par de centímetros de él. Eso es el punto G.
2. Cambiar la presión de la postura para que el hueso pélvico del hombre esté en contacto directo con el clítoris.
El aspecto diferenciador de los consejos de Nina es que no se limitan a ser consejos. Además de proporcionar herramientas que ella misma comercializa y vídeos pedagógicos, también podemos inspirarnos con vídeos netamente eróticos.
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