Hay olores que son asquerosos. Probablemente, el más asqueroso sea el que genera el mercaptano: un compuesto sulfurado que genera la materia en descomposición (Este hecho tiene aplicaciones prácticas, como por ejemplo que el Departamento de Defensa de Estados Unidos ha intentado reproducir este olor para fabricar una bomba fétida más eficaz). También hay personas que desprenden un olor asqueroso. Lo que peor lo llevan son los que sufren bromhidrosis, una patología que puede surgir por algún trastorno metabólico o algún fármaco, entre otros, y que produce que el paciente desprenda un tufo corporal desagradable y penetrante a pesar del uso de desodorantes y perfumes.
Pero también hay olores asquerosos que solo existen en nuestra mente. Olores que, por muy desagradables que nos parezcan, solo captaremos nosotros y nadie más. Como quien está sufriendo una visión.
Por ejemplo, hay personas que sufren hiperosmia, es decir, una hipersensibilidad olfativa que les permite detectar la fragancia del perfume de una mujer mucho después de que haya abandonado la habitación, al estilo del protagonista de El perfume, de Patrick Süskind. Ello también comporta que un olor ligeramente desagradable se convierte, para el que sufre hiperosmia, en un tufo nauseabundo. Esta patología puede surgir por un trastorno metabólico, como la enfermedad de Addison, o a veces también es un efecto secundario de un trastorno psicosomático o una neurosis.
También hay personas que sufren disosmia o distorsión del sentido del olfato, y entonces un pastel les puede oler a pizza o viceversa. Y los hay que sufren cacosmia, y entonces los olores normales pueden resultar pútridos o repugnantes. Estos son signos normales del embarazo, pero también pueden serlo de la la epilepsia (algunas personas experimentan un halo de olor justamente antes de un ataque). También puede anunciar una migraña inminente.
Oler cosas que no existen también puede ser un signo de lesión del nervio olfativo, que puede estar ocasionada por muchas de las mismas causas, incluidas infecciones, traumatismos en la cabeza, intervenciones quirúrgicas, toxinas medioambientales y drogas. Joan Liebermann-Smith, en Escucha tu cuerpo, explica lo que ocurre cuando sufrimos fantosmia u olores fantasma, es decir, sentir olores que nadie más percibe porque se los inventa nuestro cerebro:
A diferencia de las visiones fantasma, en las que a menudo se ven animales muy bonitos o escenas agradables, los olores fantasma normalmente son muy desagradables. De hecho, la mayoría de las veces son directamente repugnantes. Las personas que sufren fantosmia desciben olores tan hediondos como el de la carne podrida, el de las heces o el de vómitos, que parecen no provenir de ninguna parte. En algunas personas, los olores fantasma pueden ser un signo de esquizofrenia u otros trastorno psiquiátricos. (...) Los trastornos graves del olfato (como los que hacen que la comida huela a podrido) pueden perjudicar de tal manera la calidad de vida de una persona que a menudo dan lugar a graves depresiones. De hecho, un cirujano del Centro Médico de la Univerdad de Nebraska informó de que casi la mitad de sus pacientes con distorsiones del olfato habían considerado seriamente la posibilidad del suicidio.