Dormir la siesta, antaño un hábito asociado a la molicie y la falta de voluntad, parece que cada vez más está ganando adeptos en todo el mundo, incluso en la Europa más civilizada: no en vano, en el aeropuerto de Helsinki han instalado unas cápsulas futuristas para hacer la siesta mientras esperas tu próximo vuelo. Las siestas incluso resultan fundamentales para los bebés.
Según un estudio llevado a cabo por la unidad de psicología infantil y juvenil de la Universidad de Ruhr de Bochum (Alemania) que ha sido publicado en la revista Proceedings of National Academy of Science (PNAS), dormir la siesta es clave para fijar lo que aprenden los bebés, determinando que media hora de sueño al día ayuda a los menores de 1 año a asentar sus conocimientos.
El estudio consistió en un experimento en que bebés tenían que repetir una serie de acciones con títeres, cuatro horas después de haberlas aprendido por primera vez. Un grupo de bebés durmió la siesta tras el aprendizaje y otro grupo no. El grupo que había dormido la siesta obtuvo mejores resultados, y la información seguía permaneciendo en sus cabezas 24 horas después.
Durante la siesta, los recuerdos se codifican y se transfieren del hipocampo al neocórtex y, por ello, es conveniente que una vez se aprenda algo se duerma en un tiempo relativamente corto: dormir inmediatamente después de haber aprendido algo impide que cualquier otro suceso interfiera en la fijación de ese recuerdo. Tal y como lo explica Sabine Seehagen, investigadora en psicología infantil y juvenil de la Universidad Ruhr de Bochum (Alemania) y autora principal del estudio:
Es posible que en el cerebro de los bebés, el hipocampo tenga una capacidad muy limitada y dormir sea su modo de descargar información en el neocórtex antes de olvidarla.
Vía | Sinc
Imagen | gabi_menashe
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