Uno de los miedos que más me inculcaron de pequeño fue el pie de atleta. Como de bien pequeño tuve que asistir a clases de natación, y no era precisamente una sirena (más bien al contrario, era tan de secano que siempre acababa vomitando de terror, medio ahogado y temblando bajo la ducha), pues sólo me faltaba ese miedo suplementario: el pie de atleta.
Yo no sabía qué era exactamente el pie de atleta. En mi fuero interno me imaginaba algo así como una infección que te hacía crecer en la planta de los pies y en alrededor del tobillo una especie de escamas de pescado, o unas alitas pequeñas y traslúcidas, como si de repente me hubiese hecho alípede, como Mercurio. Todo eso mezclado con dolor, muerte y médicos de bata blanca preparándose para una compleja intervención quirúrgica.
Pero nada de eso: el pie de atleta es sólo una infección por hongos conocida como tinea pedis. Es cierto que si andas por espacios húmedos, como las duchas públicas de la piscina, existe riesgo de contraerlo. Pero tiene fácil curación.
Años más tarde, a través de la rumorología, algunas películas y hasta unas declaraciones de Madonna en 1994, se me metió en la cabeza que orinarse en los pies era una buena solución contra esta infección fúngica. Sin embargo, esto sólo es un mito.
¿A quién se le ocurrió tamaña estupidez? Al personaje no lo conocemos, pero sí podemos intuir la razón de que el mito haya arraigado con tanta facilidad, tal y como explica Ken Jennings en su libro Manual para padres quisquillosos:
El mito se ha visto tal vez reforzado por el hecho de que muchas pomadas contra el pie de atleta contienen urea, el principal componente sólido de la orina humana. La urea es la manera que tiene el cuerpo de librarse de un exceso de nitrógeno; también tiene propiedades antimicrobianas y ablanda y exfolia la piel. Pero en la orina no hay cantidad suficiente como para eliminar el hongo orinándose en el pie. Algunos preparados fungicidas incorporan hasta un 40 por ciento de urea, una concentración que es veinte veces superior a la de la orina.
En cualquier caso, sea o no efectivo, probablemente la gente seguirá orinándose encima, al menos mientras se ducha. No sólo lo hace Mercedes Milá, sino el 75 % de las mujeres, tal y como admitían en una encuesta elaborada en 2009 en la revista Glamour.
Un grupo ecologista empeñado en salvar la selva lanzó una campaña publicitaria en 2009 para convencer a los brasileños de que orinaran en la ducha, sobre la base de que, haciéndolo, cada vivienda podría ahorrar cuatro mil litros de agua al año en la cadena del inodoro.
Cada micción requiere unos 30 segundos de media. Y orinamos entre 400 y 2.500 mililitros al día. A lo largo de la vida, un ser humano evacua 39.000 litros de orina. La máxima cantidad de orina que se puede miccionar de una sola vez es de 3 litros, que es la capacidad de la vejiga. Si queréis más datos de la orina, supongo que os interesará revisar ¿Cuánto pis hay en la playa? Y otros curiosos datos playeros
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