Las personas que se hurgan la nariz compulsivamente son víctimas de lo que médicamente se conoce como rinotilexomanía. Tranquilos, es un fenómeno raro que implica estar horas y horas sin descanso. Si sois de los que se hurgan la nariz no tenéis ningún problema: el primer estudio de la historia sobre este hábito se realizó en Wisconsin, en 1991, y el 90% de los encuestados confesó que lo hacía de vez en cuando (el 22 % lo hacía de dos a cinco veces al día).
Pero hurgarse la nariz en una falta de educación cuando estamos en público, así que muchos padres, en aras de que sus retoños se conviertan en adultos sanos y responsables, inculcan miedos acerca de esa actividad que ellos mismos realizan: que si se abusa, la nariz acabará creciendo, como a Pinocho.
Tiene cierta lógica si contemplamos el tamaño de los lóbulos de las orejas y los labios ensanchados hasta límites caricaturescos en ciertas tribus del este de África: los tejidos se pueden expandir gradualmente si se ejerce una fuerza permanente.
Pero nadie se hurga la nariz las 24 horas del día. El acto de hurgarse la nariz es intermitente. En cualquier caso, hurgarse la nariz sí que entraña el riesgo de hemorragias nasales en muchos niños.
Pero la nariz no crecerá. A no ser que mintáis, como Pinocho: entonces sí que puede que os crezca ligeramente. Con la excitación sexual, tal y como ocurre como el clítoris o el pene, la nariz también aumenta un poco su tamaño. En ese sentido, al parecer hay una correlación entre tener un pene pequeño y un tener un mal olfato, tal y como os explicamos al abordar el síndrome Kallmann.
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