Lejos del estereotipo del espía resolutivo, machote y siempre con traje y corbata que el cine de Hollywood ha cristalizado en el acervo popular, los científicos y militares estadounidenses están buscando al espía perfecto en otra parte. Aunque no sean tan impresionantes como ver a Daniel Craig emergiendo del mar, los insectos parecen ser la solución.
Bichos metálicos que se pueden controlar con facilidad, equipados con cámaras y micrófonos diminutos, capaces de infiltrarse en cualquier lugar del mundo sin llamar la atención de nadie.
Por ejemplo, la nueva generación de aviones espía guiados por control remoto ya no serán aparatos de formas aerodinámicas y aspecto amenazador sino un simple murciélago. Un ingenio que imita las habilidades y la maniobrabilidad de murciélago, ideal para formar parte del armamento de Batman, que ha sido desarrollado por la Universidad del Estado de California del Norte.
Pero el verdadero espía debe ser aún más pequeño y sutil. Aunque también pueda volar, no puede comportarse como un avión espía. Debe poder infiltrarse en las habitaciones, en los rincones más secretos, a fin de capturar las conversaciones más íntimas. Como los insectos.
Sin embargo, imitar a los insectos es realmente difícil. Así pues, en vez de perseguir la construcción de robots insectos se ha optado por los ciborgs. Insectos vivos que tienen implantes artificiales, insectos biónicos a los que poder gobernar.
Por ello, desde 2006 se lanzó un programa de investigación con un presupuesto de 12 millones de dólares para encontrar a los insectos más apropiados a fin de convertirse en los primeros ciberbichos. La Agencia de Defensa para Proyectos de Investigación Avanzados (DARPA) asegura que ya se ha conseguido controlar el vuelo de polillas acoplándoles pequeños dispositivos en su cuerpo, así como determinados tipos de escarabajos.
Pero las intenciones no se limitan a añadir implantes artificiales a bichos ya formados sino a implantar microchips quirúrgicos cuando todavía están desarrollándose, en estado larvario, interconectando nervios y músculos. Este programa se denomina HI-HEMS (Sistemas Micro-Electro-Mecánicos de Insectos Híbridos). “El desarrollo de los tejidos debe ser interferido en estadios primitivos de la metamorfosis del insecto” dice el Dr. Amit Lal, “para establecer uniones estables entre las maquinas y el tejido orgánico”.
El chip sería como “las sillas de montar y las herraduras, que son necesarias para el control de la locomoción del caballo”.
El mayor escollo que se debe superar aún, sin embargo, es el de las baterías que alimentan a los microchips, para las cuáles no se ha encontrado un sustituto más eficiente y duradero.
Por el momento, uno de los primeros ciberbichos del proyecto HI-HEMS ha sido un escarabajo unicornio (Dinastes tytus), al que se le implantaron electrodos en el cerebro y en los músculos que se encargan de mover las alas. Como si el escarabajo fuera un personaje de videojuego y estuviera controlado por un joystick, los científicos consiguieron que despegara y aterrizada, que girara a izquierda y derecha y que se detuviera.
Los modos con que se controlaría al insecto podrían ser varios: excitación eléctrica muscular, estimulación eléctrica de neuronas, proyección de pulsos ultrasónicos que simulan los de los murciélagos o proyección de feromonas. ¿Para cuándo una película protagonizada por un James Bond cucaracha?
Vía | Neoteo