Que una película como Spotlight sea una de las candidatas favoritas a los Oscar o que la prensa catalana se haya llenado de alusiones al escándalo del colegio de los Maristas de Barcelona pone de manifiesto que la pederastía es una lacra preocupante para la mayoría de la gente, y que aún lo es más en el ámbito religioso.
Por esa razón, a muchas personas no les escandalizará que Facebook se use para cazar pederastas, o más concretamente, para predecir a futuros usuarios pederastas.
Usando algoritmos e historiales de datos de Facebook, permiten a la policía detectar determinados patrones en los usuarios de esta red social. Por ejemplo, cuando el propietario del perfil solo escribe mensajes a menores de 18 años, la mayoría de sus contactos son mujeres, el usuario escribe a menudo palabras como "sexo" o "cita", entre otros.
En 2011, Facebook empezó a usar PhotoDNA, un servicio de Microsoft que le permite escanear cada fotografía subida y compararla con las imágenes de pornografía infantil que almacena el Centro Nacional de Información Criminal del FBI.
Exceso de miedo, falta de libertad
Es difícil evaluar hasta qué punto estamos dispuestos a sacrificar nuestra libertad (o nuestra intimidad) en favor de que se atrapen a potenciales pederastas, habida cuenta de que este comportamiento genera una gran alarma social. Sin embargo, un dato a tener en cuenta en la reflexión debería ser que la mayoría de casos de pederastía se producen en el entorno familiar o entre amigos o allegados de la familia.
Por otro lado, el uso de las redes sociales para prevenir la pederastía pone en cuestión que también podríamos usar toda esa información para prevenir otros muchos delitos, tal y como escribe Evgeny Morozov en su libro La locura del solucionismo tecnológico:
En definitiva, podría realizar con facilidad muchos otros tipos de trabajo "policial": detectar traficantes de dogas, identificar posibles infractores de derechos de autor (Facebook ya prohíbe a sus usuarios compartir enlaces a sitios de intercambio de archivos) y, sobre todo después de las revueltas de 2011 en Inglaterra, predecir la próxima generación de rebeldes. Los datos comienzan a estar disponibles y usarlos es casi irresistible.
Son cuestiones peliagudas. Deberemos asumir hasta qué punto el tributo que hay que pagar por la libertad y la intimidad es que se produzca cierta cuota de caos. También deberemos asumir hasta qué punto queremos un mundo ordenado. Todos seríamos más felices sin crímenes a nuestro alrededor, pero también podríamos ser más infelices si todo lo que hacemos está siendo monitorizado. Cuestiones peliagudas que tienen difícil respuesta.
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