Cada vez son más los dispositivos que permiten identificarte o desbloquearse haciendo uso de tu huella dactilar, desde ordenadores portátiles hasta el smartphone, pasando por el vehículo.
En países como Malasia, las mafias han llegado a amputar dedos de los propietarios de coches de lujo como el Mercedes S-Class para activar el sistema de reconocimiento dactilar. Pero no hace falta ir hasta Malasia (ni ser tan gore), hoy en día los hackers tienen muchas formas de lograr nuestros datos dactilares o violarlos.
La biométrica hackeada
Si bien nuestra huella dactilar es única e inimitable, al menos hasta límites razonables, obtener una copia de la misma no es tan difícil como parece, tal y como ha demostrado Tsutomu Matsumoto, un investigador en materia de seguridad de la Universidad Nacional de Yokohama.
La técnica consiste en hacer una foto de una huella dactilar que haya quedado impresa en algún sitio, por ejemplo, una copa de vino, que posteriormente se recrea en un molde de gelatina. Abunda en ello Marc Goodman en su libro Los delitos del futuro:
La técnica es lo bastante buena como para engañar a los escáneres biométricos el 80 por ciento de las veces. Otros piratas informáticos han utilizado la plastilina de niños para crear moldes de huellas dactilares lo bastante buenos como para burlar el 90 por ciento de los lectores de huellas dactilares. A medida que los controles de acceso biométrico proliferen, también proliferarán los motivos para derrotarlos.
Imagen | CPOA
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