Hace apenas una década, lo habitual era acudir a unos grandes almacenes los domingos (a ser posible con toda la familia y vestido con un chándal) para hacer la compra semanal. De un tiempo a esta parte, se ha estandarizado el uso de Internet par ir al Súper, y también para comprar toda clase de artículos: el sueño de cualquier agorafóbico.
El próximo salto cuántico llega de la mano de una “impresora de cosas”.
Esta impresora tridimensional, que podría funcionar en poco tiempo, no sólo podría estampar información en tinta sobre papel, como hasta ahora, sino que también será capaz de imprimir objetos de nuestro gusto: o más bien las piezas del rompecabezas que constituye el objeto de nuestro gusto, siguiendo la filosofía de Ikea del “hágaselo usted mismo y disfrute”.
Cualquier cosa sería posible: un teléfono móvil, un secador de pelo, una máquina de afeitar… bastaría con escoger el modelo en Internet y ponerlo a imprimir.
Según investigadores que en el MIT o la compañía Basf, esta idea de ciencia ficción no sólo es plausible sino realizable a corto plazo. Para ello están desarrollando dos tecnologías sorprendentes. La primera de ellas permitiría procesar en una impresora finísimas capas de materiales plásticos que luego podrían ensamblarse como si fueran muebles prefabricados.
La segunda tecnología consistiría en la estampación de circuitos electrónicos mediante tintas que contuvieran nanocristales orgánicos con propiedades semiconductoras. Estos circuitos pueden imprimirse no sólo sobre plásticos, sino también sobre papel electrónico y ropa.
Sería como adquirir los planes de fabricación de los productos, lo cual ahorraría mucho dinero en embalajes y transporte. ¿En el futuro no sólo se podrá piratear música y libros sino también objetos cotidianos? ¿Habrá un Emule para planos de toda clase de productos? ¿Pasaremos del “todo el mundo tiene acceso a la cultura” a “todo el mundo tiene acceso a los electrodomésticos?”.
Vía | Muy Interesante