Facebook está siendo obligado a explicar cuánta información recopila sobre nosotros y para qué. Tras miles de preguntas por parte del Senado y la Cámara estadounidense, disponemos de un documento de 225 páginas que incluye estas preguntas y las respuestas de la compañía, presentadas hace un par de meses.
Por ejemplo, la senadora de California, Kamala Harris, preguntó en detalle sobre el alcance de la recopilación de datos de Facebook. Descubrimos así que incluso saben las veces que hemos vuelto a entrar en el perfil de nuestra ex pareja, además de otros datos que suenan a pesadilla distópica.
Cómo mueves el ratón
Facebook no solo sabe a quién buscamos y guarda toda esa información, sino que que sabe cuántas veces visitamos ese perfil, si estamos mirando la pantalla atentamente o ésta está en segundo plano, incluso cómo movemos el ratón por encima de la página.
Y toda esta información puede revelar muchas cosas del usuario. Recientemente, por ejemplo, investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid han desarrollado SentBuck, una aplicación que deduce el estado anímico de los usuarios de Facebook a través del análisis algorítmico de sus mensajes.
Hay buenas noticias: se puede eliminar cualquier consulta de búsqueda que se desee, aunque el registro tardará unos seis meses en desaparecer por completo, según Facebook. Simplemente hay que ir al "Registro de actividad" en tu página de perfil y hacer clic en "Historial de búsqueda". Junto a cada consulta, hay una opción para eliminarla.
Técnicamente, nadie puede ver esta información excepto tú mismo, pero es mejor prevenir que curar, ¿verdad? Con todo, parece que nuestra información seguirá fluyendo, y formaremos parte del Big Data social que lo cambiará todo en breve. Viktor Mayer-Schonberger y Kenneth Cukier en el libro Big Data abundan en lo que está por llegar:
Las próximas fronteras de la datificación son más personales: nuestras relaciones, experiencias y estados de ánimo. (…) Estos usos de los datos se hallan aún en estado embrionario (…) Los usos potenciales son extraordinarios. Una serie de empresas de nueva creación han estudiado adaptar la gráfica social para utilizarla como señales que permitan establecer valoraciones crediticias. La idea es que “dios los cría y ellos se juntan”: las personas prudentes hacen amistad con gente de mentalidad parecida, mientras que los derrochadores incurren juntos en impago. Si sale bien, Facebook podría convertirse en el próximo FICO, el organismo de calificación crediticia.
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