Las lentes más importantes de la historia probablemente fueron las lentes de Leeuwenhoek. No es que este comerciante neerlandés poseyera unas gafas muy caras o sofisticadas sino que introdujo una serie de mejoras clave en la fabricación de microscopios, allá por el siglo XVII, lo cual permitió descubrir al mundo todo un universo de vida diminuta.
Y es que Leeuwenhoek también era científico. Nació en 1632. Era dueño de una tienda de paños, y entró en contacto con las lentes debido a su negocio, ya que utilizaba lupas para examinar cuidadosamente sus telas. También era conserje del ayuntamiento de su pueblo, y esas dos fuentes de ingresos le permitieron dedicarse a su afición de fabricar lentes.
Al final de su vida había creado 419 lentes.
Leeuwenhoek fue el primero en describir los diversos tipos de plancton existentes en el agua, descubrió el grupo de criaturas unicelulares que llamamos infusorios, e incluso descubrió y describió las bacterias, unas formas de vida tan pequeñas que pasarían otros cien años antes de que alguien fuera capaz de añadir algo útil a lo que él ya había dictaminado.
Construyó su primer microscopio en 1660. Básicamente eran lupas potentes y consistían en una lente pequeña, muy convexa, situada en el centro de una placa de metal. Las tenía que sostener con una mano y le agotaban mucho los ojos. Pero sus lentes eran tan nítidas y estaban pulidas con tanta habilidad, que su poder de resolución superaba con mucho el de los microscopios compuestos utilizados por sus contemporáneos y producían imágenes libres de los colores distorsionados (aberración cromática) que generaban los demás.
En 1677, Leeuwenhoek fue la primera persona en describir los espermatozoides. Fue uno de los acontecimientos más importantes en la historia de la biología, pero a corto plazo hizo poco por la comprensión de la concepción.
Se sabía desde hacía miles de años que los humanos, como todas las criaturas sexuales, se concebían como consecuencia de un intercambio sexual, pero la mecánica de la concepción seguía siendo un misterio no poco lleno de leyendas y misticismos.
Leeuwenhock se volvió tan famoso, que reyes y reinas interrumpían sus viajes para detenerse en su tienda y mirar a través de sus lentes. Como si hiciera magia y un mundo invisible a los ojos, chas, apareciera de repente.
Hoy día todavía sobrevive una de ellas, que amplia las cosas 270 veces y permite observar detalles de sólo 1/1.000 de milímetro.
Vía | Planeta Sedna