Las máquinas inteligentes serán una realidad… las principales vías para crearlas son la imitación del cerebro con sus redes neuronales y la creación de un sistema de aprendizaje, pero, ¿cuál de estas vías es la mejor?.
Para poder crear una red neuronal, se deben comprender primero los mecanismos del cerebro y así poder reproducirlos en una máquina, claro que el cerebro es tan complejo que será extremadamente difícil poder copiarlo. Esta es la primera vía que, siendo tan complicada, hace que muchos investigadores se decanten por la segunda.
Sin necesidad de reproducir los mecanismos humanos, la segunda vía recolecta datos que son resueltos por algoritmos, un ejemplo lo tenemos con el reconocimiento del habla. A esta vía se le denomina Statistical Machines Learning.
Varios sistemas de inteligencia artificial funcionan de una manera aislada, como es el reconocimiento de la voz, un sistema de visión, un sistema de reconocimiento de escritura, etc. Pero la realidad es que es difícil poder integrar todos los sistemas y además, cada sistema funciona de una manera muy especifica, la prueba es que se puede hablar con un sistema informático, éste es tremendamente eficaz a la hora de ejecutar su programación, el ejemplo es que puedes dictar una carta o reservar un billete de avión, pero nada más, son específicos.
Hay que darle sentido común a una máquina para que logre mantener una conversación medianamente humana y para darle sentido común suponemos que también habrá que darle la capacidad de poder transmitir y recibir emociones, componentes importantísimos en la inteligencia humana.
De momento las máquinas o androides con emociones son proyectos muy lejanos en los cuales la ciencia debe adentrarse en profundidad, no sé si veremos nosotros este tipo de máquinas que se reflejan en las películas, las películas muestran en muchas ocasiones las aspiraciones humanas. De momento nos tendremos que conformar con la fantasía del cine para poder ver una máquina capaz de comunicarse perfectamente con el ser humano, recordemos la película El hombre bicentenario.
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