Hace unos días os contaba que los incentivos por crear contenidos exceden la simple economía y, en consecuencia, el arte no se acabará nunca, aunque los autores no ganen dinero con ello. Incluso os conté que pagar por hacer algo no siempre es la mejor forma de hacerlo bien (de hecho nos pagan por hacer cosas que no nos gusta hacer).
Otra idea que suele prodigarse a la hora de discutir sobre la gratuidad de los contenidos en Internet es que, si uno rueda un vídeo, escribe un artículo o graba una canción no pueda recibir beneficios económicos, tal y como lo hace Youtube o Wordpress, por ejemplo, que son las meras plataformas donde colgamos nuestras creaciones.
Es decir, ganan dinero los creadores de plataformas, pero no los creadores de los contenidos que llenan de valor añadido a esas plataformas.
Naturalmente, a la mayor parte de la gente le parece injusta esta situación, si bien es la situación que se ha producido en la mayor parte del mundo de los contenidos 1.0: las editoriales, las discográficas y las productoras son las que verdaderamente se enriquecen del trabajo de los creadores, que sólo reciben una porciúncula de los beneficios.
Sin embargo, quienes defienden ese reparto draconiano arguyen que editoriales, discográficas y productoras son las que arriesgan, y que sólo se enriquecen con algunos autores, no con todos, de modo que ese desequilibrio le permite seguir adelante apostando por nuevas voces.
Este pretexto (que no acabo de compartir, pero que no espero desarrollar hoy), no obstante, no se aplica por igual a plataformas como Youtube.
Los que se quejan son los que ganan dinero
A pesar de que escribir un blog o subir un vídeo a Youtube no siempre reporta beneficios económicos (aunque pueda hacerlo, y haya gente que viva muy bien de ello), lo cierto es que la mayoría de la gente sigue escribiendo posts, canciones y demás contenidos.
Y no lo hace con la esperanza de generar beneficios algún día: lo hace porque le apetece. Porque producir contenidos y compartirlos con los demás es un beneficio es sí mismo.
Así pues, la mayor parte de la gente que se queja de la gratuidad de los contenidos no son la mayor parte de los creadores, sino los creadores “profesionales”, entendidos éstos no tanto como los que producen mejores contenidos, sino como los que previamente, en el mundo 1.0, se ganaban la vida con ello.
Los profesionales, en consecuencia, recelan de los aficionados, aunque Wikipedia sea una enciclopedia de aficionados, así como lo son portales de divulgación científica que llenan los huecos de medios profesionales.
En la próxima entrega de este artículo profundizaremos en esta idea, así como en la diferencia que reside entre pagar por tomarnos una cerveza (el acto en sí) o el contenido del botellín de cerveza.
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