Popeye el marino, el famoso personaje de tiras cómicas y dibujos animaos creado por Elzie Crisler Segar, se ha visto involucrado en diversas ocasiones en la ciencia. Célebre es ya el patinazo que sufrió la divulgación de una cifra sobre el contenido en hierro de las espinacas (no tan alto como nos hicieron creer) y la obligación de comer espinacas a cascoporro en tu tierna infancia.
Popeye también tuvo que ver con el desarrollo del número PIN.
Al parecer, viendo un capítulo de Popeye en la década de 1970, como si fuera la manzana que cayó sobre la cabeza de Newton, Bob Carrière tuvo una visión: que las modernas cerraduras podrían llevar un código digital en vez de llave.
En el capítulo de la serie de dibujos animados de Popeye (que Carrière asegura que estaba viendo junto a sus hijos), se mostraba a un cocinero cerrando su nevera marcando unos números en el dial de un teléfono, tal y como explica Gregorio Ugidos en su libro Chiripas de la historia:
Carrière pensó que podría ser un útil sistema de seguridad para la cerradura de su casa y no tener que andar siempre con las llaves de acá para allá. Pero en vez de un dial de teléfono, que hacía muy lenta la operación de abrir y cerrar la puerta, se inspiró en el teclado de su máquina de escribir y desarrolló una caja de doce botones que patentó en 1970 con el nombre de Digicode. Los bloques de apartamentos de París instalaron el modelo; pero Carrére triunfó del todo cuando IBM aplicó su invento a numerosos dispositivos automáticos como las máquinas expendedoras y los cajeros automáticos.
Ver televisión no siempre es una pérdida de tiempo, habida cuenta de la riqueza que amasó Carrière, y tal y como sostienen libros como Cultura basura, cerebros privilegiados, de Steven Johnson, o Todo lo que sé lo aprendí en la tele, de Mark Rowlands.
El PIN de 4 dígitos
John Sheperd-Barron era un jefe de seguridad de la empresa de transportes blindados De la Rue, que suministraba dinero a los bancos. Sin embargo, debido a su horario laboral, no podía sacar dinero del banco (ya sabemos que los horarios de los bancos son tan limitados que cuenta la leyenda que si pestañeas, cierran). Sheperd-Barron no comprendía por qué podía sacar cualquier cosa de una máquina expendedora, pero no dinero. Y entonces pensó en el cajero automático.
Para añadir seguridad a estos cajeros automáticos (Barclays instaló el primero en 1967, en una sucursal de Enfield, al norte de Londres), Sheperd-Barron inventó un código de seguridad, el PIN. Un código que acabó teniendo cuatro dígitos por un capricho:
Preguntó a su mujer, Caroline, cuál era el número máximo de digitos que podía recordar sin problemas. Ella contestó que cuatro. Hay muchos que creen que si Sheperd-Barron hubiera sido menos ocurrente, ellos gastarían mucho menos.
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