Hasta hace muy poco, la humanidad consumía casi todo su tiempo en buscar maneras de sobrevivir. Por ejemplo, cazando o recolectando a fin de no morir de hambre.
Una vez fue resuelto ese problema, y el ser humano empezó a tener un excedente de tiempo para resolver problemas no necesariamente vinculados a la supervivencia, entonces el desarrollo se disparó. Y cada vez lo hace más rápido a medida que el tiempo libre y la colaboración entre personas se incrementan.
Lo más interesante, sin embargo, es el adyacente posible. Es decir, el abanico de posibilidades y nuevos desarrollos que propicia un determinado desarrollo. Por ejemplo, nadie podía imaginar el coche o el tren hasta que no se inventó la rueda. La invención de la rueda abrió un abanico enorme de nuevas posibilidades en forma de carreta, carruaje, carreteras, y otro millón de descendientes de la circularidad.
La expresión “adyacente posible” aplicado a la tecnología proviene del teórico de la biología Stuart Kauffman, según nos explica Peter H. Diamandis en su libro Abundancia. Steven Johnson también escribió sobre ello en Wall Street Journal:
La verdad extraña y hermosa sobre el adyacente posible es que sus fronteras se expanden a medida que las exploras. Cada nueva combinación abre la posibilidad de otras combinaciones nuevas. Piénsalo como si se tratara de una casa que se amplía mágicamente con cada puerta que abres. Empiezas en una habitación con cuatro puertas, cada una de ellas lleva a otra habitación en la que todavía no has estado. Cuando abres una de esas puertas y entras en la habitación, aparecen tres nuevas puertas, cada una de las cuales lleva a otra habitación completamente nueva a la que no podrías haber llegado desde el punto de partida original.
Prospectiva tecnológica
Ésa también la razón de que la prospectiva tecnológica se nos dé tan rematadamente mal. Por ello no existen coches voladores como en Back to the Future.
Y, en general, todas las películas sobre el futuro que hemos visto de niños se equivocaban. Nadie pudo preveer el nacimiento de Internet, y mucho menos cómo cambió el mundo. Podéis leer más sobre ello en Informática, ciencia ficción y prospectiva.
Kevin Kelly, fundador y director ejecutivo de la revista Wired, lo define de esta manera en su libro What Technology Wants:
Durante la mayor parte de la historia, la mezcla única de talentos, habilidades, conocimientos y experiencias de cada persona no tenía salida. Si tu padre era panadero, tú eras panadero. Conforme la tecnología expande el espacio de lo posible, también lo hace con las posibilidades que tiene alguien de encontrar una salida a sus atributos personales… Cuando ampliamos la variedad y alcance de la tecnología, aumentamos nuestras opciones, no solo para nosotros mismos y los demás seres vivos, sino para todas las generaciones venideras.
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