Más allá de los debates que pudiéramos establecer alrededor del aborto (que en suma se trata de discutir donde ponemos una línea fronteriza arbitraria que bascule entre el asco moral, la información científica objetiva y el pragmatismo), lo que queda constatado una vez más que es, cuando es difícil abortar legalmente, las mujeres buscan otras maneras de hacerlo.
Y esta constatación viene de la mano de los macrodatos, el big data.
Búsquedas a través de Google
En 2015, en Estados Unidos hubo más de 700.000 búsquedas sobre cómo provocarse un aborto, y 3,4 millones de búsquedas sobre clínicas para abortar. Tal y como explica Seth Stephens-Davidowitz en su libro Todo el mundo miente:
Preguntaron a Google si era posible abortar mediante el uso de vitamina C o hierbas como el perejil. Hubo unas 4.000 búsquedas de orientaciones sobre cómo hacerse un aborto con una percha, incluidas unas 1.300 con la frase exacta "cómo hacerse un aborto con una percha". Además, cientos de personas indagaron en la posibilidad de abortar metiéndose lejía en el útero o golpeándose el estómago.
El estado con el índice más alto de búsquedas de Google relativas a los abortos autoinducidos es Misisipi, que solo dispone en la actualidad de una clínica para abortar a pesar de que allí residen unas tres millones de personas. Los estados con más búsquedas de este tipo de abortos son precisamente los que son contrarios o muy contrarios al aborto según la moral o las leyes vigentes.
A pesar de que las búsquedas en Google sobre este tipo de abortos se mantvo estable durante años, en 2011 hubo una subida del 40 %, justo al inicio de la campaña nacional contra el aborto: ese año se promulgaron 92 disposiciones estatales contra esta actividad.
Son datos para reflexionar.
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