Tras los últimos fallos en seguridad de las contraseñas de nuestros servicios en la red, hay que pensar en nuevas alternativas a las tradicionales contraseñas alfanuméricas compuestas por caracteres especiales imposibles de recordar. La solución una píldora o un tatuaje.
Estas alternativas, una píldora que una vez digerida fija la contraseña en nuestro estómago o un tatuaje electrónico dibujado en nuestro brazo ya han sido probadas con éxito. Estos artilugios han sido diseñados para que trasmitan un código que pueda ser recogido por un lector que nos facilite nuestras claves.
La motivación para desarrollar estos dispositivos viene en el problema creciente y generalizado de los sistemas de autentificación actuales basados en contraseñas, ya que éstas no siempre están a la altura requerida de seguridad.
Una contraseña con seis letras minúsculas puede ser rota en una fracción de segundo, una más compleja con mayúsculas y minúsculas podría llevar más de un siglo. El problema es que cuanto más segura y más compleja más difícil de recordar.
Muchos usuarios eligen la misma contraseña para diversos servicios lo que es muy poco aconsejable. Si nos damos de alta en una web sin importancia, los cibercriminales podrían acabar accediendo a nuestros datos bancarios. El problema es que tenemos demasiadas contraseñas que recordar.
Un adulto típico entre 25 y 34 años de edad tiene 40 cuentas en línea, según un estudio de 2012 realizado por la empresa de comprobación de crédito Experian. Así que este tipo de sistemas de autentificación podría resultar una alternativa de lo más interesante.
Via | BBC
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