Los vehículos autónomos son vehículos que no precisan de intervención humana directa para funcionar, siendo capaz de de percibir el medio que le rodea y navegar en consecuencia. La presentación más antigua de un vehículo autónomo que se conoce fue realizada por Norman Bel Geddes en la feria de muestras Futurama patrocinada por General Motors para la Exposición Universal de 1939, pero desde entonces los vehículos autónomos no han dejado de sofisticarse. Hasta el punto de que empieza a ser necesario un debate sobre su futura implantación.
La mayoría de razones que pueden argüirse en contra de los vehículos autónomos son de dos tipos: románticas o luditas. Es decir, si seleccionáramos a un tipo corriente de hace un siglo, hallaríamos argumentos similares aplicados a asuntos que hoy en día nos parecen indiscutibles o incluso triviales: “donde se ponga el coche de caballos que se quiten esos vehículos ruidosos a motor” (recordad la enorme cantidad de problemas logísticos, medioambientales y humanos que originó el uso de caballos) y “esos telares mecánicos de las fábricas están quitando trabajo a la mano de obra” (imaginad lo que costaría hoy en día cualquier cosa si no se automatizara su producción: tener un coche sería solo cosa de millonarios, y lo mismo pasaría con los ordenadores, el desarrollo de Internet, etc.).
Desde Motorpasión, además, afirman que si un coche autónomo es más seguro y eficiente, entonces no se debería permitir que los seres humanos conduzcan. Algo que me parece totalmente lógico. ¿Acaso permitimos que los humanos (no cualificados y sin cumplir estrictas normas) diseñen y construyan sus casas?
La conducción autónoma erradicará el componente emocional de la conducción (el que provoca que conduzcamos más deprisa, de forma más brusca, empitonando al vehículo que nos precede, etc.), para guiarse por la simple toma de datos racional. Seguirán habiendo errores y accidentes, naturalmente, pero de una forma mucho más reducida y hasta predecible.
Funcionamiento
La complejidad subyacente a la conducción es enorme, pero nada impide que imaginemos que un día sea posible. Para recopilar toda la información relevante para la tarea de conducir hacen falta múltiples sensores: visión artificial, percepción del sonido, medición de distancia a obstáculos mediante microondas, posición por GPS o sensores de condición atmosférica.
En Estados Unidos, uno de los coches autónomos más avanzado del mundo, el de Google, ya dispone de licencia para circular legalmente por la vía pública en el Estado de Nevada desde el año 2011, y California ha aprobado una ley específica para regular las condiciones de un estándar sobre coches autónomos para el año 2015. Si todavía no conocéis cómo funciona el coche autónomo de Google, no dejéis de leer este artículo de Motorpasión Futuro en el que se explica detenidamente.
Para ellos, la llegada de los coches autónomos de una forma bastante generalizada puede estimarse alrededor de 2035 al 2040.
Habida cuenta de estas ventajas, ¿veis inconvenientes en la conducción autónoma? ¿Acaso no resulta ya muy esacasamente peligroso conducir (a pesar de lo que nos arrojan desde determinados medios de comunicación? ¿Para qué automatizar algo que ya realizamos correctamente? ¿Hay romanticimo y ludismo en el rechazo a este progreso tecnológico u otras razones más elaboradas?
Tecnología e instinto
En Xataka ya han abordado este tema y señalan una serie de puntos a nivel tecnológico nada desdeñables: por ejemplo, los errores que puede cometer un ordenador a la hora de conducir nuestro vehículo.
Si bien los errores hemos de admitir que serán menores en una máquina que en un ser humano, pero también serán más escandalosos: recordad los accidentes que provocó la supresión de un puente porque muchos conductores siguieron ciegamente las indicaciones de su GPS: durante la semana de 2006 que estuvo cortado el puente sobre el río Avon, los vecinos del pueblo inglés de Luckington, en el condado de Wiltshire, tuvieron que sacar del agua una media de dos coches diarios. Dicho de otro modo: los reflejos y el instinto deberán convivir con la tecnología.
Desde Motorpasión se apuesta por una tercera vía. Tal y como ya sucede en la aviación, una convivencia entre la conducción automática y la manual. Dicha teoría, lejos de basarse en una intuición de Sandro Rey, se basa en la idea de que, a pesar de disponer de vehículos cada vez más seguros y rápidos, la gente no ha dejado de emplear la bicicleta o de andar (de hecho, son actividades en alza): “La invención de la calculadora no ha mandado a los matemáticos al paro, pero el ábaco ya no es un objeto de uso habitual. Tampoco se han muerto de hambre los pintores por la fotografía.”
En cualquier caso, si queréis echar un vistazo a este tema desde la óptica de la economía, la productividad e incluso el medio ambiente, en El blog del salmón llevan a cabo un análisis de los vehículos autónomos en base a esos conceptos. Por ejemplo, imaginad que los coches autónomos fueran exclusivamente taxis (eliminamos el factor humano y los horarios, reduciendo costes y tarifas), ¿no sería aún más innecesario adquirir un vehículo en propiedad?
En Xataka | Coche autónomo y debates éticos
En Motor Pasión | La conducción autónoma y el placer de la conducción, ¿son contradictorios?
En Motor Pasión Futuro | Coches autónomos: qué nos cabe esperar
En El Blog del Salmón | Coche autónomo y efectos económicos