Hay quien piensa que hoy día que las comunicaciones intercontinentales van sobre todo por satélite, puesto que parece la opción más barata. No es así. De hecho, más del 99% de dichas comunicaciones se transmiten por cables submarinos. La ventaja del cable es que es más barato y puede transportar mucha más cantidad de datos; mientras que los satélites son más limitados y solo se utilizan para hacer llegar la información a zonas rurales en áreas remotas.
Por otro lado, una llamada telefónica que vaya a través de satélite debe recorrer 36.000 kilómetros desde la Tierra hasta él, para luego regresar. Si la llamada va a través de un cable, la distancia se reduce a un máximo de 8.000 km. Es más: sin ellos, Internet no existiría. Cuando generamos un mensaje en twitter (en España), la información viaja por los cables bajo el océano Atlántico, hasta Atlanta en el que un servidor lo rebota al resto del mundo. En el caso de que sea Facebook, el mensaje viaja a través del Báltico hasta un servidor situado en la ciudad sueca de Lulea.
El 1852 se instaló el primer cable de cobre que conectaba el Reino Unido y Francia bajo el Canal de la Mancha. El primer cable de fibra óptica se instaló en 1990, también a través del Canal de la Mancha, posteriormente se hizo con el resto de mares europeos. El primer cable de fibra óptica transatlántico no llegó hasta 1997. Cada cable es capaz de transmitir 7 Terabytes por segundo de datos.
En España, el cable que nos conecta con el continente americano se llama Columbus III, tiene 9.900 km y entra a tierra a España por el municipio de Conil de la Frontera. Los otros puntos son en Florida, las Azores, Lisboa y Sicilia. No obstante, existe un millón y medio de kilómetros bajo los mares y océanos de cables de fibra óptica. Con una longitud como esa se podía dar la vuelta al mundo 37 veces y están repartidos en 300 líneas. El más profundo llega a los 8.000 metros y el más largo tiene 39.000 kilómetros. La información va tan rápida que viaja de Nueva York a Londres en 60 milisegundos: un tercio de la velocidad de la luz.
Cuando se instala un cable de estos se envía con un robot que analiza el fondo del terreno, le hace una pequeña zanja y sitúa el cable bajo tierra en el fondo marino. Construir un solo kilómetro de cable cuesta 50.000 euros.
Cuando los cables fallan
Pero no son infalibles. Los tiburones, a veces, han causado desperfectos en los mismos. Las anclas de los barcos, a veces, también se enganchan en los cables e incluso llegan a romperlos, como en Alejandría, en 2006, y sufrieron los efectos unos 80 millones de personas. Cuando hay movimientos sísmicos también puede haber problemas. El terremoto de Taiwan de 2006 estropeó 9 cables. No sólo millones de personas se quedaron sin Internet, sino que también se resintió la economía.
En 2011, durante el tsunami de Japón se rompieron alrededor de la mitad de los cables; pero los operadores pudieron desviar el tráfico por otras rutas, por lo que no se vieron demasiado afectados en este aspecto. Hoy día, incluso, tener un cable no es suficiente, sino múltiples para tener la carga balanceada.
En transacciones económicas se calcula que circulan 3.000 millones de dólares al día. Curiosamente, no existe ningún tratado de terrorismo en relación a los cables submarinos. Hay una especia de vacío legal a ese respecto, aunque sí existe existe el Comité Internacional de Protección del Cable (ICPC por siglas en inglés), cuya sede principal está en Londres.
Así que es bueno reflexionar en la importancia de los cables: casi todas las cosas que hacemos en Internet pasan por algún cable submarino.
Fuente | Entrevista a Alan Maudin
Fuente | Submarine Cable Map
En Xataka Ciencia | Internet Tube: los cables submarinos de fibra óptica del mundo en forma de mapa del metro
En Xataka Ciencia | Todos los cables submarinos del mundo en un solo mapa
Imagen | Submarine Cable Map
Imagen | Mintic
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