De vez en cuando surgen historias extrañas, acerca de presuntos viajeros del tiempo que aparecen de la nada, procedentes de un lejano pasado o un distante futuro en nuestro presente. Unas son más famosas que otras, pero ninguna ha tenido nunca la más mínima traza de realidad. Entre todas estas historias, que muchas veces se han querido hacer pasar por verdaderas, se encuentra la de Rudolf Fentz, investigada por un buen amigo, Chris Aubeck, desmitificador de todo aquello que a "paranormal" suene. Lo curioso de todos estos casos está en que, la historia se repite una y otra vez, más bien se copia, pero nunca se indican las fuentes y, cuando de verdad se indaga en su origen, se llega a demostrar cómo surgieron.
El relato, repetido hasta la saciedad nos cuenta que en el mes de junio del año 1950, una calurosa noche en la ciudad de Nueva York, apareció, surgiendo de la nada, en medio del concurrido tráfico, un extraño hombrecillo, elegantemente vestido con ropas anticuadas. El hombre parecía un poco atontado, aparentaba no tener conciencia de lo que eran los automóviles y, trágicamente, fue arrollado por uno. El resultado del atropello fue la muerte del indivíduo, lo que motivó la apertura de una investigación por parte de la policía neoyorquina. Los policías se llevaron una gran sorpresa, tras inspeccionar el cadáver, pues el finado, de unos treinta años de edad, vestía un grueso abrigo negro, poco propio para la estación veraniega. El resto de sus ropas eran más propias del siglo XIX que de mediados del XX, con añejo chaleco blanco y zapatos puntiagudos con hebillas de metal. Vamos, que el tipo parecía poco menos que salido de una representación teatral. ¿Sería un loco? Pero, al inspeccionar el contenido de los bolsillos, se llevaron una sorpresa mayor. Encontraron viejos billetes de banco, muy antiguos pero en perfecto estado, una tarjeta de visita a nombre de Rudolf Fentz y una carta fechada en 1876 dirigida a una dirección de Nueva York con ese mismo nombre. Los agentes buscaron a los familiares del atropellado, pero no apareció nadie, era como si aquel hombre hubiera surgido de la nada, nunca había existido.
La historia nos sigue contando que, a los pocos días, la investigación empezó a dar sus frutos. Apareció un tal Rudolf Fentz Jr. pero había muerto muchos años antes. ¿Se trataría del padre del fallecido? Se encargó de la investigación un detective de la policía, Hubert V. Rihn. Lo que descubrió marcó profundamente su vida. Al parecer, Fentz Jr. era hijo de otro Rudolf Fentz, que había desaparecido sin dejar rastro en 1876, cuando salió a dar un paseo, como hacía cada noche. Nunca más se le volvió a ver, hasta que, inexplicablemente, apareció de la nada en el Nueva York de 1950, sin envejecer, como si nada, el tiempo no había pasado para él. Sin duda era un crononauta, alguien que había viajado sin desearlo, saltando más de setenta años en el futuro...
La historia es bastante buena, da como para una novela, una película y hasta una serie de televisión. Pero es totalmente falsa. Lo malo de todo este tema es que, durante años, se ha ido publicando, republicando, copiando y recitando, casi como si fuera un ejemplo real y sin mácula de fenómeno paranormal. Pero ni el tal Fentz existió nunca ni nadie llamado Hubert V. Rihn trabajó en el departamento de policía de la gran manzana. Se aludía en muchos escritos a la valiosísima información aportada por los expertos forenses, los informes judiciales y los recortes de prensa de la época. Pues bien, tal y como Chris Aubeck descubrió, tras decidirse a seguir el hilo de la historia, no existe nada de eso. No hay tales recortes, no existieron informes de ningún tipo.
¿Qué estaba pasando? Lo que suele suceder en estos casos. Aubeck descubrió que tal historia, en realidad, había sido en origen una novela corta de los años cincuenta, A Voice from the Gallery, obra del conocido escritor de ciencia ficción estadounidense Jack Finney, muy aficionado a las historias de viajeros en el tiempo y autor de un relato que originó la conocida película La Invasión de los Ultracuerpos. Con el paso de los años, la historia de ficción, que incluye todos los ingredientes citados incluso los nombres de los protagonistas, fue tomado como algo real por algunas publicaciones marginales y, a partir de ahí, se publicó en múltiples revistas de lo "oculto" como el caso paradigmático de crononauta. Es más, todavía hoy muchos siguen creyendo, sin pensar, que Rudolf Fentz viajó en el tiempo, sin molestarse en verificar mínimamente las fuentes originales de todo el asunto.
Más información | Informe completo y detallado de Chris Aubeck en su blog: Desperately Seeking Rudolph
Ver 4 comentarios