El pulpo es, además de un exquisito manjar, uno de los animales más fascinantes de la Naturaleza. Dotado de una extraña inteligencia y de un organismo simple pero tremendamente eficaz, es objeto de los más variados y profundos estudios científicos. Como todo el mundo sabe, los pulpos son animales invertebrados, tan sólo tienen una parte del cuerpo semi-rígida (por decir algo), que es lo que se denomina "pluma", o al menos así es en mi tierra, un cartílago que se encuentra protegiendo el encéfalo de estos animales. En principio, no tener esqueleto puede ser una ventaja, pues los posibles movimientos a realizar son virtualmente infinitos.
Parece que para los pulpos esto no es una ventaja, o más bien, no es algo que se pueda realizar continuamente sin razón para ello. De hecho, el estrés que supondría para su sistema nervioso el torcer y retorcer sus extremidades para cada movimiento o acción a realizar, lleva a los pulpos a plantearse otro tipo de movimientos más sencillos con el fin de aligerar la complejidad de los impulsos eléctricos. Simplificando, reducen sus posibilidades de movimientos a un elaborado sistema de codos inducidos.
Un grupo de investigación liderado por el neurobiólogo Binyamin Hochner de la Universidad Hebrea de Jerusalem, Israel, se propuso filmar los denominados movimientos punto a punto de algunos ejemplares. Estos movimientos son, por ejemplo, aquéllos que permiten al animal llevarse un pedazo de alimento a la boca (pico). Para simplificar sus movimientos, los pulpos inducen tres dobleces en sus tentáculos, que actúan como si fuesen articulaciones, codos o rodillas.
El mecanismo de creación de codo es curiosísimo. Para medir exactamente el punto de formación de la articulación, se utilizan dos señales eléctricas de contracción, una en dirección cuerpo-extremo del tentáculo otra en dirección opuesta. Esto, que no he encontrado explicación, puede ser o bien porque realmente se genere una señal en el extremo del tentáculo (aunque para eso debería estar coordinado el sistema central con el tentacular), o bien enviando las dos señales desde el sistema central con un retardo determinado (cosa que me parece más sencilla).
De cualquier manera, la cuestión es que el punto a doblar queda determinado por el choque de las dos señales, calculado además para que sea más o menos en la mitad del tentáculo. Quedan las articulaciones del "hombreo" y de la "muñeca". La primera está pegada al cuerpo, lógicamente, y la muñeca se define justo donde termina la porción de tentáculo que está agarrando la comida. Sencillamente genial.
Con esta técnica, el pulpo consigue reducir el casi ilimitado número de variables a tener en cuenta para planificar un movimiento de un músculo súper flexible como es un tentáculo, a tan sólo tres. Esto supone menor carga "computacional" para el cerebro de tan fenomenal ejemplar de la naturaleza, ahorro de energías y eficiencia máxima. El descubrimiento de estos mecanismos abre la puerta para el desarrollo de brazos artificiales totalmente flexibles, y da pistas para lograr una simplicidad enorme en su programación.
Vía | Science Now
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