Los recién nacidos hacen pipí una media de veinte veces al día, en muchas zonas como en India, China, Sudeste Asiático, Europa del Este y algunas partes de África, a los bebés no se les pone pañales, cuando toca ir, se les lleva un rato al inodoro o a la letrina. Este sistema también está ganando cada vez más adeptos en los EE.UU.
Existen evidencias de que el uso del baño es un reflejo, los niños tienen la capacidad de aguantar y esperar un rato. Esto implica la capacidad de control de los músculos de la vejiga y del intestino, así como un control cerebral. Se han realizado estudios en los que se ha probado a dormir y a despertar a bebés y se ha observado que los bebés no orinan mientras disfrutan de un sueño tranquilo, pero sin embargo sí que lo hace cuando se están despertando o están despiertos.
Los bebés necesitan ser capaces de percibir e interpretar las sensaciones de la vejiga, entendiendo lo llena que está y si va a salir el pis. Según la profesora de Urología de la Universidad de College en Londres, Clarie Fowler, este proceso se da entro los 12 y 18 meses dependiendo de la evolución del niño, esto va aparejado a su evolución social que empieza por controlar sus esfínteres retrasando su vaciado hasta un momento socialmente apropiado.
Los niños comprenden la necesidad de ir al baño más tarde que las niñas, en un estudio del año 2002 del Colegio Médico de Wisconsi se vio que las niñas permanecían secas durante el día a la edad de 32,5 meses mientras que los niños lo conseguían a los 35 meses, aunque el dato más importante es que las niñas son capaces de expresar su necesidad de ir al baño a los 26 meses, mientras que los niños lo son a los 29.
Vía | popsci