Solemos decir que nos falta tiempo para todo y no es extraño. Algunos estudios indican que encajamos 31 horas de actividades en un día de solo 24 horas. Preparamos la cena mientras escuchamos las noticias o hablamos por “Skype” mientras revisamos la lista de correos electrónicos pendientes. Por no hablar de cómo usamos el teléfono móvil. Este comportamiento nos convierte en “procesadores multitarea” capaces de analizar, simultáneamente, muchos flujos de información diferentes. Y, por otro lado, nos aísla incluso de las personas con las que convivimos. Sin analizarlo en profundidad, vamos a centrarnos en un pequeño aspecto de esta situación.
Los publicistas están preocupados porque es cada vez más difícil conseguir la atención del público. Puede estar frente al televisor o la radio pero está muy ocupado y su capacidad para filtrar la información ha crecido enormemente. Ve y escucha lo que necesita y es (o somos) capaces de evitar el resto. Eso hace que las enormes inversiones en publicidad tengan sean cada vez menos eficaces.
¿Has visto los anuncios de esta página? Si eres un lector habitual probablemente no. Tus ojos han aprendido a esquivarlos casi sin control consciente. Es lo que se conoce como “ceguera del Adsense”. La imagen pertenece a la publicidad de un curso de Nielsen Norman Group y muestra como los ojos recorren una página web centrándose en los contenidos e ignorando totalmente los anuncios. Para estudiar este fenómeno, publicistas y marcas han creado laboratorios como Emerging Media Lab que buscan estrategias eficaces para conseguir la atención de personas que estén desarrollando múltiples actividades simultáneamente.
Las repercusiones en la vida diaria de este nuevo comportamiento son mucho más complejas. Los antropólogos ya han iniciado programas de investigación en laboratorios universitarios como el Centro para la Vida Diaria de las Familias de la UCLA. Intentan comprender este fenómeno para desarrollar técnicas que ayuden a las personas a soportar esta saturación de actividad sin perjudicar su vida privada y sus relaciones personales y familiares. Esperemos que tengan éxito.
Vía | The New York Times