Aristóteles fue una figura capital para el desarrollo de la cultura y el pensamiento clásicos, y elaboró algunas ideas que aún hoy en día podemos hacer nuestras: sostenía, por ejemplo, que era incompatible hacer algo que nos realizara y completara y, a la vez, nos pagaran por ello. Trabajar por dinero era algo así como prostituirse. Con todo, el nacimiento de la ciencia moderna tuvo que olvidar la mayoría de sus afirmaciones sobre el mundo natural, que se repitieron durante siglos por simple falacia de autoridad, porque en ese campo era prácticamente un ignorante.
Hasta ahora se desconocía el paradero de su tumba, pero eso parece haber cambiado a la luz de un nuevo descubrimiento llevado a cabo por el arequeólogo Kostas Sismanidis.
En la Antigua Estagira, en la región de Macedonia central, en una zona elevada con vistas de 360 grados, es donde se cree que se emplaza la tumba de Aristóteles. La estructura de la tumba fue destruida por los bizantinos, que construyeron una torre cuadrada en la parte superior de la misma. Sismanidis aporta algunas referencias literarias tardías, que vendrían a demostrar que las cenizas de Aristóteles fueron llevadas a Estagira tras su muerte.
La parte superior tiene 10 metros y hay una planta cuadrada que rodea una torre bizantina. Una pared en semicírculo se alza a dos metros de altura. Entre otros hallazgos figuran cerámicas y cincuenta monedas que datan de la época de Alejandro Magno.
Con todo, hasta que no se encuentre algún resto de la urna funeraria y las cenizas, y no se realicen pruebas de ADN, todo puede quedar en meras conjeturas.
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