La capacidad de caminar erguido es una de las principales características del ser humano. Un estudio realizado con chimpancés a cargo de investigadores del Proceedings of the National Academy of Sciences ha demostrado que el consumo de energía jugó un importante papel en la transformación del hombre en bípedo.
Durante la investigación llevada a cabo por este grupo de científicos, se midió la cantidad de oxígeno que necesitaron 4 personas y 5 chimpancés mientras caminaban la misma distancia sobre una cinta de correr. El resultado de este experimento fue que los bípedos utilizaban un cuarto de energía menos que los cuadrúpedos.
Los chimpancés utilizados también estaban entrenados para caminar sobre dos patas, pudiéndose observar que, de media, los monos quemaron la misma cantidad de calorías cuando avanzaban a dos o cuatro patas. No obstante, los investigadores advirtieron pequeñas diferencias en la cantidad de energía utilizada por los chimpancés, según variaciones en su manera de caminar y en su anatomía.
Mediante modelos biomecánicos se pudo demostrar que dar pequeños pasos o tener una masa muscular más activa hace consumir más energía, por lo que los chimpancés con piernas más largas consumieron menos energía al caminar a dos patas.
Al comparar los resultados de las observaciones con fósiles de humanoides, los antropólogos pudieron detectar ciertas adaptaciones ocurridas durante la evolución humana, como por ejemplo un ligero aumento de la longitud de la ingle en los primeros humanoides. Este hecho demuestra que el ahorro de energía fue fundamental en la evolución del hombre hacia el bipedismo.
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