Darse un garbeo por el espacio exterior debe de ser una de las experiencias más vertiginosas de la humanidad. Algo así como bucear por una sima abisal mezclado con subirse a la enorme montaña rusa que hay en Six Flags, al sur de Nueva York. No es que permanecer en el espacio sea tan agresivo como sentir la fuerza G en una montaña rusa, pero lo es en el sentido metafórico, la fuerza G en tu alma y… bueno, yo me entiendo.
Los paseos espaciales reciben el nombre técnico de actividad extravehicular o EVA (Extra-Vehicular Activity). Y hasta la fecha, si contamos hasta la misión STS-133 Discovery, sólo 200 seres humanos han podido experimentar en sus propias carnes una EVA.
Sin embargo, no sólo hay poca gente que haya probado una EVA, sino que hay muchos aspectos sobre las EVA´s que nos resultan desconocidos. He aquí las que me han parecido las 5 cosas que seguramente no sabías:
1. Es muy difícil silbar en el interior de un traje espacial. Sí, por muy contentos que estéis, por muy laboriosa que sea vuestra tarea durante una EVA, lo tenéis difícil si queréis imitar al lampista que vino la semana pasada. Silbar es muy difícil debido a la baja presión interna del traje.
Con todo, esta dificultad se encuentra sobre todo en los trajes diseñados por los estadounidenses: en los trajes de cosmonauta ruso se puede silbar sin demasiado esfuerzo. Eso es debido a las distintas presiones operativas de los trajes: 30 kPa para los EMU de la NASA y 40 kPa para los Orlán rusos.
- Se te pueden caer las uñas. La razón no podría ser más pueril, y ha sido aireada recientemente gracias a un estudio de Dava Newman, profesora de aeronáutica del MIT. Toda la culpa la tienen los guantes reglamentarios que se emplean en los paseos espaciales. Para simular la presión que hay en la Tierra, estos guantes presentan una textura rígida, una suerte de dedales en su interior. El simple roce con ellos acostumbra a rasgar las uñas, y en muchos casos se desprenden por completo.
Según datos de 2002 a 2004, el 47% de las más de 350 lesiones registradas entre los astronautas fueron heridas en las manos. Más de la mitad eran daños en las uñas.
3. Puedes darte un festín sin quitarte la escafandra. Sí, con la escafandra puesta se puede comer y beber tranquilamente, como si estuvieras en un self service. La llamada Disposable In-Suit Drink Bag (DIDB), un pequeño depósito con agua o bebidas isotónicas, permite que el astronauta pueda saciar su sed y reponer las sales minerales perdidas con el sudor. También existe la opción de colocar una pequeña barrita energética dentro del casco para recuperar fuerzas.
4. El astronauta se refrigera con agua. Un traje está sometido a temperaturas extremas que van desde los 140º C que se pueden alcanzar bajo la luz solar hasta los -200º C a la sombra (o noche), así que precisa de un buen sistema de aislamiento térmico. Por ello, un traje puede estar formado por más de 11 capas de distintos materiales.
El vacío es el mejor aislante que existe, así que en la práctica el único problema consiste en cómo disipar el calor corporal generado por el cuerpo humano. Para ello, bajo el traje espacial hay multitud de tubitos (Liquid Cooling and Ventilation Garment, LCVG) por los que corre agua. Una bomba hace que el agua se mueva a través del traje y de los sistemas electrónicos, refrigerando todo el conjunto. El calor recogido se emplea para evaporar (sublimar) una pequeña cantidad de agua que escapa al exterior del traje, permitiendo reducir la temperatura del líquido de los tubos hasta un mínimo de 4º C.
5. El Sol no hace tanto daño en los ojos como aparece en las películas. Seguro que todos recordaréis aquella escena de la película Deep Impact cuando uno de los astronautas resulta herido de gravedad cuando no puede bajar su visor frontal bajado a tiempo para protegerse del Sol. La realidad no es tan exagerada.
Si bien es cierto que los visores sirven para proteger los ojos de los efectos nocivos de la luz ultravioleta, muchos astronautas se los quitan sin problemas, aunque no es recomendable hacerlo demasiado tiempo.
Vía | Eureka
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