Quien más o quien menos ha oído alguna vez aquello de que orbitando a nuestro planeta ya hay tropecientos restos de basura dejada por las diferentes misiones espaciales, satélites en órbita y demás. Algo así como un vertedero cósmico que da vueltas alrededor de nuestro planeta, como si no tuviéramos suficiente con ensuciar la tierra y los océanos.
De hecho, había cierto temor a que el impacto de un simple tornillo en órbita pudiera colisionara con la Estación Espacial Internacional: la energía implicada en dicha colisión sería enorme, pues en la órbita inferior de la Tierra, la velocidad de colisión media es de aproximadamente 35.000 km/h, lo que dota al pequeño tornillo de la misma fuerza destructiva que un coche a unos 240 km/h.
¿Pero en alguna ocasión ha supuesto un problema estos restos descabalados? ¿Ha habido alguna colisión?
Los astrónomos calculan que actualmente hay alrededor de 100.000 pedacitos de metal de entre 2,5 y 10 cm flotando en la órbita terrestre. Afortunadamente, el peligro que representa la basura espacial no ha arrojado aún ninguna colisión de importancia, al menos por ahora.
La Unión Soviética sospecha que la desaparición en 1981 de su satélite Cosmos 1275 fue el resultado del impacto de basura espacial, pero el primer caso confirmado no se produjo hasta julio de 1996, cuando un satélite espía francés fue golpeado por un pedazo perdido de metal que viajaba a 50.000 km/h.
El satélite Cerise, de unos 50 kg., había sido lanzado el año anterior para realizar escuchas de las comunicaciones electrónicas de los Gobiernos extranjeros; su asaltante fue un pedazo del tamaño de un paquete de cereales de un impulsor auxiliar del Ariane que se lanzó en 1986.
Aunque de que su sistema de estabilización se volatilizó por el impacto, los controladores del Cerise fueron capaces de parchearlo y proseguir la misión.
Hasta la fecha, los americanos no creen que se haya perdido ninguna nave a causa de la basura espacial.
Lo que sí que se teme sería un efecto cadena. Es decir, que un impacto destrozara una nave espacial, cuyos fragmentos, a su vez, destrozaran otra, y así sucesivamente, aumentando gradualmente las posibilidades de colisión.
Ha habido propuestas para evitar esta catástrofe potencial mediante el envío de pequeños satélites de limpieza de nuestra basura cósmica. Hasta ahora, estos planes han despertado el interés propio de cualquier operación para limpiar o poner orden en casa.
Vía | ¿Por qué la araña no se queda pegada a la tela? de Robert Matthews
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