Sir John Frederick William Herschel (1792 -1871) fue un reputado matemático y astrónomo inglés que, entre otras cosas, acuñó el término “fotografía” y descubrió el uso del tiosulfato de sodio como fijador de las sales de plata. El cráter J. Herschel, en la Luna, toma de él su nombre. Y es con la Luna con la que Herschel mantendría una extraña relación.
Y es que Herschel fue el primer astrónomo en localizar, con su innovador telescopio, seres vivos en la Luna. Y no estamos hablando de vida simple sino de unas criaturas verdaderamente singulares: una tribu de hombres-murciélago. Al menos es lo que publicó el riguroso periódico New York Sun a finales de agosto de 1835, bajo el título Descubrimientos celestiales. Noticia acompañada incluso por una litografía que la ilustraba.
Firmada por un supuesto colega de Herschel, la noticia también ofrecía descabelladas descripciones sobre bosques, lagos, playas, manadas de bisontes, unicornios azules, criaturas anfibias de forma esférica, pelícanos, cangrejos, cebras… una biodiversidad que ya quisieran muchos países de la Tierra.
Por si todo esto fuera poco, al parecer los hombres-murciélago (versiones más agrestes de Batman) vivían alrededor de un templo de tejado dorado, construido de zafiro, sujeto por columnas de 21 metros de altura.
Tras las expectativas levantadas por el New York Sun en un público completamente sobrecogido, llegó una luctuosa noticia de última hora: el sofisticado telescopio que había permitido descubrir todas estas maravillas selenitas, había sido enfocado por error hacia el sol, dejando las lentes inservibles.
Con el tiempo, como es lógico, se acabó descubriendo que el New Yor Sun había vendido simple y puro sensacionalismo. Todo era falso, y lo más chocante es que Herschel ni siquiera se había enterado del bulo. Un hoax que muchos lectores supieron disfrutar a sabiendas de que era sólo una historia para vender periódicos.
Se cree que lo más probable es que el verdadero creador del hoax fue Richard Adams Locke, un reportero del New York Sun que había estudiado en la Universidad de Cambridge, aunque él nunca lo admitió públicamente. También se creía que había otros implicados: el astrónomo francés Jean-Nicolas Nicollet , que estaba de visita en Estados Unidos, y el reportero Lewis Gaylord Clark.
El Sun jamás admitió públicamente que todo había sido un engaño.
Vía | Cabovolo
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