Os explicaba que el acero que se encuentra en las profundidades de Scapa Flow no tiene restos radiactivos porque fue forjado antes de 1945. Esto es debido a que en la fabricación del acero se emplea una enorme cantidad de aire que transfiere su radiactividad al acero.
Si bien no hay ventajas en la utilización de este tipo de acero en usos ordinarios, ya que es mucho más barato fabricar acero nuevo, resulta imprescindible para fabricar monitores de radiación extremadamente sensibles como los empleados en naves espaciales.
¿Por ejemplo? El equipo que la misión Apolo, que ahora permanece en la Luna (sí, supongo que el Kaiser nunca sospechó su flota permanecería en nuestro satélite natural).
O partes de la sonda Galileo que llegó a Júpiter.
O la sonda Pioneer que ya ha superado la órbita de Plutón.
Así pues, la recuperación de este acero alemán sería algo así como la búsqueda de perlas o diamantes. Sin embargo, esos fragmentos no servirán para adornar cuellos ni anillos de compromiso sino para alcanzar las estrellas.
Dan Van Der Vat ha contado esta historia en The Grand Scuttle: The Sinking of the German Fleet at Scapa Flow in 1919.
Vía | Aparejo de fortuna
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