El solsticio, nacimientos y resurrecciones (y II)

El solsticio, nacimientos y resurrecciones (y II)
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Sin embargo, tres días más tarde del solsticio, nuestra estrella particular emprendía su camino por el cielo del nuevo, ahora en sentido contrario. El sol había nacido de nuevo, una resurrección en toda regla, y había que celebrarlo.

Esto se repetía dos veces cada año: en diciembre por el solsticio de invierno, y en junio por el de verano (siempre hablando del norte; en el hemisferio austral sería al revés, claro). Estas festividades eran las más importantes del año, por un lado por el significado místico del (re)nacimiento del sol; pero también por la utilidad práctica de marcar el momento apropiado para la cosecha.

Estos festejos tres días después de cada solsticio han llegado hasta nuestros días. Aunque, desafortunadamente, las religiones las han fagocitado en su afán de substituir los mitos ancestrales por los suyos propios. Por eso, estos días acabamos de celebrar el nacimiento del hijo de dios, en vez del nacimiento del sol, que debería ser el verdadero protagonista.

Por otra parte, ¿no os suena festejar el renacimiento de alguien tres días después de su muerte? ¿Milagro divino… o suceso astronómico debido a la inclinación del eje de rotación de la Tierra?

El famoso mito del ave Fénix probablemente también tiene su origen en el solsticio. El sol, una bola de fuego, muere en un lugar del cielo. Y tres días más tarde, revive partiendo del mismo lugar: ha renacido de sus cenizas.

En cualquier caso, no son tradiciones con sólo dos mil años de historia… son muy anteriores, probablemente decenas de miles de años. Pensar en Stonehenge, un calendario solar de más de 5000 años de antigüedad.

Foto | Vintagedpt

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