La máxima velocidad del viento registrada se encuentra en el Monte Washington, Estados Unidos: el 12 de marzo de 1934, 371 kilómetros por hora; pero en general el lugar más ventoso es Commonwealth Bay, en la Antártida, donde se han sentido ráfagas de 320 kilómetros por hora.
Esta velocidad del viento, sin embargo, queda como un simple soplido si tenemos en cuenta el viento más fuerte jamás registrado en el Sistema Solar, que casi multipica por diez el récord de la Tierra.
Neptuno
Los vientos de Neptuno soplan a unos 2.400 kilómetros por hora, según las mediciones que realizó la Voyager 2 de la NASA en 1989.
La sonda también captó imágenes de unas nubes blancas de cristales de metano helado y de una veloz tormenta anticiclónica. Neptuno es de color azul porque su atmósfera cuenta con un gas metano. Este gas, bajo los rayos de Sol, absorbe los colores rojos y hace que la luz reflejada desde el mencionado sistema parezca azul.
Neptuno posee 17 veces la masa de nuestro planeta y es cuatro veces más grande. Y, sin embargo, es una bola de gas y hielo (y probablemente un núcleo rocoso), así que si nos ponemos de pie sobre sus nubes, nos hundiríamos; y nos daríamos cuenta de algo sorprendente: la fuerza de gravedad que nos empuja hacia abajo sería aproximadamente de la misma intensidad que la que sentimos caminando sobre la Tierra.
La gravedad de Neptuno es sólo un 17% superior a la de la Tierra, la cifra más cercana que puede encontrarse en el Sistema Solar.
En 1846, Neptuno fue descubierto y se supo que era el planeta más alejado del Sol. Sin embargo, en 1930 se descubrió Plutón, el cual pasó a ser el planeta más lejano.
El problema es que por momentos la órbita demasiado elíptica de Plutón lo lleva a estar más cercano al Sol, la última vez que pasó fue desde el 1979 al 1999. Sin embargo, en 2006 la Unión Internacional Astronómica decidió que Plutón no podía ser considerado un planeta, y por lo tanto Neptuno pasó a ser el más alejado nuevamente.