En la Luna pasan cosas. No es un lugar desolado, frío e inhóspito, que también, sino muchas más cosas, y cambia continuamente. Al igual que las rocas de la Tierra experimentan estiramientos y achatamientos de resultas de las mareas, en la Luna pasa tanto de lo mismo.
Allí las mareas las genera la Tierra, y son mucho mayores que las mareas que la Luna genera en nuestro planeta: porque la Tierra tiene una masa 81 veces mayor que la de la Luna.
Efectos gravitatorios
A pesar de que la masa de la Tierra es 81 veces mayor que la de la Luna, las mareas resultantes en la Luna no son 81 veces mayores que las de la Tierra, porque lo que provoca las mareas no es solo la gravedad, sino las diferencias en gravedad, como nos recuerda Marcus Chown en su libro titulado precisamente Gravedad:
Y la Luna tiene, aproximadamente, una cuarta parte del diámetro terrestre, lo que significa que solo tiene una cuarta parte de la distancia sobre la que la diferencia en la gravedad puede manifestarse. Por eso, el estiramiento que la Tierra provoca en la Luna no es ochenta y una veces mayor que el estiramiento a la inversa, sino tan solo una cuarta parte de esa cifra, o lo que es lo mismo, veinte veces mayor. Aun así, es suficiente para hacer que la Luna se estire unos diez metros.
Estos cambios originados por las mareas generan efectos curiosos en nuestro satélite natural. Por ejemplo, pueden darse luces extrañas sobre la superficie de la Luna a intervalos de pocos meses. Como pequeñas explosiones de luz. Esa luces se llaman fenómenos lunares transitorios.
Están muy localizados y son ligeramente mayores que el límite de resolución del ojo humano, lo que implica que cubren un área de al menos un kilómetro cuadrado. Al producirse se observa un incremento o una disminución del brillo de la superficie lunar (en algunas ocasiones llegan incluso a difuminarla), y se sabe de casos en los que, antes de desaparecer, su color cambia a un rojo rubí.
Los sismómetros instalados en la superficie lunar por parte de las misiones Apolo han permitido establecer que los sismos lunares son más frecuentes cuando el efecto de la marea de la Tierra es más pronunciado. Ocasionalmente, se han detectado nubes del gas radón-222 en la superficie, un producto residual del uranio presente en las entrañas rocosas de la Luna.
Lo que veríamos como luces extrañas, según una teoría, serían estas nubes de gas atrapadas en el interior de la Luna, que salen en forma de estallido.
La nube de gas puede cubrir de sombra la superficie sobre la que flota, pero también emitir un fuerte brillo, ya que las partículas de polvo que contiene reflejan más la luz cuando están disperas que cuando se concentran sobre la superficie. Es posible también que la fricción separe las cargas positiva y negativa de las motas de polvo y que en un determinado momento se produzca una descargar similar a un rayo que "active" los átomos del gas y provoque que estos mismos emitan una característica luz rojiza.