Una supernova (del latín nova, «nueva») es una explosión estelar que puede manifestarse de forma muy notable, incluso a simple vista. Las supernovas producen destellos de luz intensísimos que pueden durar desde varias semanas a varios meses. La explosión de supernova provoca la expulsión de las capas externas de la estrella por medio de poderosas ondas de choque, enriqueciendo el espacio que la rodea con elementos pesados.
Ahora en la nieve de la Antártida se han identificado restos de estas explosiones. La cantidad de polvo cósmico que llega a la Tierra cada año oscila entre varios miles y diez mil toneladas.
Supernova
Los restos de supernova encontrados en la Antártida tienen forma de átomos de hierro-60, un isótopo sin fuentes terrestres naturales.
Para identificarlos, se recolectaron 500 kg de nieve en la estación de Kohnen, un asentamiento de contenedores en la Antártida, y la transportó a Munich para su análisis por parte de un equipo de investigación de TUM (Universidad Tecnológica de Munich.
Pero ¿cuándo llegaron estos restos? La capa de nieve que se analizó no tenía más de 20 años. Además, el isótopo de hierro que se descubrió no parecía provenir de explosiones estelares particularmente distantes, ya que el polvo de hierro 60 se habría disipado demasiado en todo el universo si este hubiera sido el caso.
Dominik Koll del área de investigación Nuclear, Partículas y Astrofísica en TUM sostiene que estos restos han llegado aquí porque estamos atravesando una acumulación de nubes de gas en las que se encuentra actualmente nuestro sistema solar:
Nuestro sistema solar entró en una de estas nubes hace aproximadamente 40.000 años y saldrá en unos pocos miles de años. Si la hipótesis de la nube de gas es correcta, entonces el material de los núcleos de hielo de más de 40.000 años no contendría hierro 60 interestelar. Esto nos permitiría verificar la transición del sistema solar a la nube de gas; eso sería un descubrimiento innovador para los investigadores que trabajan en el medio ambiente del sistema solar.