Las lagunas de ignorancia suelen rellenarse con mitos y supersticiones porque la incertidumbre no nos gusta. Por ello, inventamos diversas explicaciones para los círculos de las hadas cuando, en realidad, sabemos ahora que tiene una explicación natural.
Lo mismo sucede con la conspiranoia: la tentencia a explicar de forma alternativa, compleja y con varias capas de verdad las explicaciones naturales ya admitidas. Por eso hay tanta gente, aún, que cree que no fuimos a la Luna y que todo fue producto de un montaje. Argumentos en a favor del alunizaje hay muchos. Sin embargo, deberíamos tener cuidado en afirmar que basta con enfocar un buen telescopio para contemplar la bandera americana ondeando en suelo selenita.
Y es que, lamentablemente, no es una buena prueba enfocar las banderas. Porque no hay ningún telescopio en la Tierra con el diámetro suficiente para distinguirlas: el Gran Telescopio Canarias, uno de los observatorios ópticos de mayor tamaño en el mundo, posee un espejo primario de solo 10,4 metros; pero para ver la bandera se necesitaría un diámetro de 200 metros.
Quizás el objeto más característico dejado por el hombre en la Luna es la bandera nortemaricana puesta por Buzz Aldrin y Neil Armstrong, pero si hemos visto la bandera ha sido gracias a misiones como la sonda Lunar Reconnaissance Orbiter, lanzada por la NASA en 2009. Eso sí, cinco de las seis banderas estadounidenses plantadas en la superficie lunar por las misiones tripuladas Apolo hace cuatro décadas siguen todavía en pie, según las últimas fotos tomadas por una sonda de la NASA.
Imagen | Luigi Mengato
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