El millonario y también aventurero Jeff Bezos, fundador de Amazon, inició una campaña de rastreo que le ha llevado a encontrar en el fondo del Atlántico los motores que propulsaron el Apolo XI, la primera nave tripulada que en 1969 se posó en la Luna.
Ahora tiene intención de rescatar los restos para exhibirlos en el Museo del Aire de Seattle, ciudad sede de Amazon, previo permiso de la NASA. Para ello, su equipo deberá sumergirse hasta 4.300 metros de profundidad (para que os hagáis una idea, el Titanic está a una profundidad de 3.784 metros). Sin embargo, aún se desconoce el estado en que se encuentran los motores, que solo han sido localizados gracias al sónar.
Los propulsores F-1 fueron empleados en el cohete Saturno V que llevó a bordo el módulo donde viajaron Armstrong, Aldrin y Collins.
Los F-1 funcionaron 2,5 minutos antes de separarse de la segunda etapa del cohete. Por cada segundo de funcionamiento, quemaron 2.720 kg de queroseno y oxígeno líquido, generando así 32 millones de caballos de potencia.
Vía | Diario de Avisos
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