Bienvenidos a una carrera de natación por la Autopista de Falopio. Atentos al pistoletazo seminal de salida. La carrera de millones de criaturas impulsadas por un inextricable proceso teleológico de Selección y el tsunami que forma el esperma. Todos en busca de un huevo gigantesco y mullido. Como una carrera de ratas. La carrera de la vida. Los espermatozoides menos atléticos desfallecerán a la altura del miometrio o del endometrio. Pero por el camino, existen muchos obstáculos que salvar. No todo depende de que el pelotón de cabeza esté bien entrenado.
La cifra de espermatozoides que expulsa el macho de una especie es una primera indicación de lo difícil que resulta alcanzar el óvulo. Hay otros factores que podrían influir en la suerte que corran los espermatozoides.
Los trabajos llevados a cabo por los investigadores británicos Robin Baker y Mark A. Bellis, aunque todavía no son concluyentes, sugieren que el orgasmo ofrece a las mujeres una forma de controlar el esperma masculino. Si hay orgasmo, se atrae más esperma. Si no lo hay, se repele en cierta medida. Si el orgasmo se produce bajo las circunstancias de una infidelidad, entonces, el orgasmo produce mayor cantidad de contracciones para atraer mayor caudal de esperma: ¿para qué, si no, se iba a correr el riego de mantener una relación extramarital?
En un ser humano normal, una dosis normal de semen no contiene más de unos 180 millones de espermatozoides. Por cierto, los espermatozoides fueron distinguidos por primera vez en 1679 por Antoni van Leeuwenhoek, inventor de los primeros microscopios potentes.
En los peces, los machos y las hembras no copulan sino que expulsan al agua los huevos y el esperma. En estos casos, el número de espermatozoides no supera en mucho al número de huevos.
En los cerdos, la eyaculación es de unos 200 ml, con una concentración de 100.000 espermatozoides/mm³.
En el caso de las aves, el número de espermatozoides está directamente relacionado con lo libidinosa que sea la hembra, por efecto de lo que los biólogos denominan “competencia espermática”. Tal como suena: los espermatozoides de machos distintos compiten entre sí para fecundar los huevos. Ésa es la razón de que un pájaro no más grande que mi puño necesita eyacular más de 8.000 millones de espermatozoides.
Esta competencia o escalada armamentísica/espermática también afecta en consonancia al tamaño de los testículos, tal y como explica Olivia Judson en su libro Consultorio sexual para todas las especies:
Un experimento realizado con la mosca estercolera amarilla, una mosca peluda que se aparea y pone huevos en las boñigas frescas, ha demostrado que el tamaño de los testículos puede evolucionar en respuesta a la competencia espermática en tan sólo diez generaciones.
Otra razón que puede obligar al macho a producir muchos espermatozoides es que muchos de ellos mueran durante su viaje a lo largo del tracto reproductor femenino. Un fenómeno que todavía carece de una explicación teórica sólida: ¿por qué querrá la hembra destruir espermatozoides en tantas especies diferentes?
Una abeja reina que se aparee con diecisiete amantes, por ejemplo, recibirá por término medio unos 102 millones de espermatozoides (6 millones de cada individuo); sin embargo, sólo se quedará con unos 5,3 millones para fecundar sus huevos.
Pero estamos hablando de una especie que almacena los espermatozoides que recibe. En las especies que no almacenan esperma, se produce una auténtica carnicería. Entre los humanos, por ejemplo, solo sobrevive el 10 % de los espermatozoides antes de llegar a las trompas de Falopio, dado el ambiente ácido de la vagina. Tras introducirse en el cuerpo de la mujer, el esperma suele seguir siendo fértil entre 48 y 72 horas, pero sólo en las condiciones ideales, es decir, durante los días de la ovulación, que es cuando el pH vaginal está por encima de 6, que es el pH durante el resto de los días (el grado de acidez del ambiente ideal para un espermatozoide es de 7-7,5, y la temperatura: entre los 37 ºC y los 37,5 ºC.)
En los conejos, una hora después de la cópula se congrega en el cuello del útero un ingente ejército de leucocitos; en la mujer, el ejército se concentra en apenas quince minutos después de la cópula y a las cuatro horas suma una fuerza de más de mil millones de células. Para cuando los espermatozoides alcanzan las trompas de Falopio, que es el lugar donde pueden encontrarse con algún óvulo, su número ha quedado reducido de muchos millones a unos pocos centenares. Es por ello que un hombre con un recuento espermático de 50 millones, que puede parecer más que abundante, probablemente sea infértil.
Ver 8 comentarios