El cómo y el por qué se inició el proceso del habla en los seres humanos es un debate aún controvertido. Tanto es así, que ya en 1866, la Société de Linguistique de París optó por atajar cualquier tipo de especulación sobre el tema.
Algunas de las formulaciones explicativas más insólitas (debidas, entre otras cosas, a la escasa evidencia paleontológica) son que nuestro lenguaje floreció porque nuestros antepasados empezaron a copiar a animales y otros sonidos naturales, o a los rugidos de cansancio o de desagrado.
Estas teorías se acuñaron con nombres burlones tales como la teoría “bow-wow”, la “ding-dong”, la “heave-ho” o bien, la “pooh-pooh”. Ninguna de ellas sirvió para explicar el origen de la gramática o de la sintaxis. Han transcurrido más de cien años y seguimos enfrascados en disputas, algunas de ellas bastante acaloradas.
La teoría ding-dong sería la que plantea que existe una misteriosa correspondencia entre sonidos y significados. alabras en inglés como small (pequeño), sharp (afilado) y en general cosas que él denomina “altas” (high things), tienden a tener vocales agudas abiertas en muchos idiomas, mientras que palabras como big (grande), round (redondo), en general cosas que él denomina “bajas” (low things) tienden a tener vocales cerradas posteriores.
La teoría bow-wow sostiene que el lenguaje habría comenzado como imitaciones de sonidos naturales (mu, chu-chu, pash, bzz, miau).
La teoría pooh-pooh sostiene que el lenguaje habría comenzado con interjecciones, gritos instintivos y emotivos, tales como ¡oh! para indicar sorpresa o ¡auch! para indicar dolor.
Steven Pinker y su teoría de que el lenguaje humano es innato, a diferencia del resto de los animales, y que existen rasgos universales en la gramática de todas las culturas, es el que parece llevarse el gato al agua en la actualidad. Pero los orígenes de cómo se produjo esto siguen siendo un misterio.
Cómo apareció este talento, si apareció de repente o se trata de un proceso gradual de desarrollo a la vez que nuestro cerebro aumentaba lentamente de tamaño y cuándo se produjo exactamente son asuntos todavía en tinieblas. Porque las palabras no dejan fósiles y los lenguajes extinguidos no pueden recuperarse.
Sin embargo, tenemos algunas pistas. Por ejemplo, que el cerebro probablemente aumentó rápidamente de tamaño cuando empezó a usarse el lenguaje. Y, además, el cerebro no es la única parte del cuerpo que se modificaba con el uso del lenguaje: se precisaba de un control de la respiración óptimo, lo cual debió significar un cambio de la musculatura diafragmática y pectoral.
Como todo los mamíferos terrestres, debemos estar capacitados para respirar automáticamente y superar este mecanismo cuando queremos emitir sonidos, lo cual indica que se ejerce control cortical sobre la musculatura.
En los humanos, la laringe está situada más abajo que en los primates semejantes, lo cual posibilita emitir una gama de sonidos más amplia y, por otra parte, la base craneal tiene otra forma. ¿Cuándo se llevaron a cabo estos cambios? La laringe y los músculos no se fosilizan, pero podemos fijarnos en otras claves. Una de ellas reside en la base craneal, cuya forma modifica la gama de sonidos capaces de emitirse. Dicha área es plana en los australopitecus, ligeramente abombada en el H. erectus y sólo aparece completamente arqueada, como la del hombre actual, en el arcaico H. sapiens, lo cual sugiere que únicamente el humano moderno podía emitir una gama de sonidos completa como los actuales.
Vía | La máquina de los memes de Susan Blackmore
Ver 22 comentarios