El extraño sexo del calamar que se parece a disparar con una metralleta de semen

El extraño sexo del calamar que se parece a disparar con una metralleta de semen
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La sexualidad de un calamar que habita en las profundidades marinas, el Moroteuthis ingens, probablemente sea lo más raro y bestia que podéis contemplar en la naturaleza. Y es que los calamares, literalmente, disparan unos proyectivles cargados de esperma que reciben el nombre de espermatóforos.

Hasta aquí incluso podríamos decir que todo es normal, entre comillas, porque la mayoría de las especies de calamar transfieren esperma a través de cápsulas especializadas, que suelen insertarse directamente en la cavidad receptora. Lo raro y bestia viene después.

Lo que hace del Moroteuthis ingens un ejemplar especial es que estas balas de esperma son lanzadas sin dirección, y pueden insertarse en cualquier parte del organismo de la hembra, horadándolo. Como flechas del amor de Cupido.

Los descubridores de esta forma de sexo fueron unos científicos holandeses embarcados en el Dorada, un barco de investigación de las islas Malvinas, que describen así el hallazgo en un texto que publicaron en 2007 en la revista The Biological Bulletin:

El aparato eyaculador tiene el primer contacto con el tejido y facilita la adhesión o la primera penetración en él, tal vez por medio de recursos mecánicos. Tras la eyección, el cuerpo sólido queda expuesto y puede disolver (tal vez con la ayuda de enzimas proteínicas) el tejido que lo recibe para lograr que el espermatangio penetre más a fondo.

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Zoe Cormier, en su libro La ciencia del placer, explica así con sus propias palabras esta secuencia de película gore:

las cápsulas de esperma parecen estar cubiertas con enzimas disolvente de las proteínas concebidas de manera específica para fundirse con la carne de la hembra y permitir que el esperma penetre en su cavidad corporal. El golpe de gracia: una vez alojado en el tejido, el esperam del M. ingens viaja desde cualquier parte de su cuerpo hasta los óvulos, penetrando cuanto encuentra a su paso. Es comprensible que a los machos no les preocupe demasiado en qué zona del cuerpo agujereen a la hembra con su semilla.

Este sexo sadomaso nos recuerda, una vez más, que la diversidad de formas que adopta la reproducción en el reino animal retira el marchamo de especial a la sexualidad humana.

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