En el eterno debate sobre crianza o naturaleza (Nurture vs Nature), unos favorecen al entorno cultural para explicar las diferentes aptitudes intelectuales entre mujeres y hombres, y otros apelan a diferencias biológicas.
Para esclarecer tal debate, pues, entre otras cosas cabe realizar investigaciones sobre las aptitudes que presentan los bebés de ambos sexos, antes de quedar inmersos en el contexto cultural. Así evitaremos sesgos sexuales como los que vimos en si las mujeres son menos aptas a las matemáticas, por ejemplo.
Algunos neuropsicólogos sostienen que algunas pruebas ya muestran diferencias entre sexos a edades tan tempranas como los seis años. Los niños, a dicha edad, obtienen mejores resultados en los tests de reconocimiento espacial; las niñas cierta habilidad manual o en los verbales. Un niño parece que reconoce mejor una forma en su totalidad, mientras que una niña, por lo general, memorizará una zona particular de la misma.
Pero existen estudios que incluso analizan dichas diferencias a edades menores, como los realizados por Scania de Schonen, directora de investigación en el CNRS, que ha diseñado un test de reconocimiento de rostros para bebés de cuatro meses de vida, para así detectar qué hemisferio se implica en tales reconocimientos. Tal y como explica Jean-François Bouvet en Hierro en las espinacas:
Hacia los cuatro meses de vida, según se constata, las niñas disponen para la tarea de dos sistemas de tratamiento de la información. El más efectivo implica al hemisferio cerebral derecho: trata las relaciones espaciales entre los diversos componentes de un rostro.
(…)
El segundo sistema, poco eficaz, implica al hemisferio izquierdo: para reconocer un rostro se basa en la forma de sus elementos. Si la gran mayoría de las niñas pueden reconocer un rostro utilizando uno u otro hemisferio, los niños únicamente dispondrán del hemisferio derecho.
Se sospecha que éstas y otras diferencias se deben a la influencia de las hormonas sexuales segregadas por los ovarios o los testículos. Por es razón, las niñas afectadas prematuramente por un exceso de hormonas masculinas debido a una enfermedad genética (la hiperplasia congénita de las suprarrenales) sufren secuelas en sus cerebros:
Una serie de estudios estadísticos ha demostrado, en efecto, que comparadas con sus congéneres no afectadas, las niñas con hiperplasia congénita poseen más capacidad para la orientación espacial, se muestran más atraídas por los juguetes considerados masculinos (coches, etc.). En una palabra, se comportan como marimachos. Resulta difícil justificar tales hechos apelando a la presión cultural del medio.
Fotos | Life Science Databases(LSDB) | Carin Araujo
Ver 23 comentarios