Hacer uso de secuencias cortas de ADN de regiones estándar del genoma como si de líneas de un código de barras se tratase, este es el objetivo de un trabajo con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que plantea una nueva manera de identificar hongos.
El estudio, publicado en el último número de Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), se centra en el Consortium for the Barcode of Life, una iniciativa a escala mundial para la síntesis de un nuevo sistema taxonómico de todas las especies existentes en nuestro planeta.
El Consortium for the Barcode of Life fue creado en 2004, con sede en el Smithsonian Institution’s National Museum of Natural History en Washington (USA). La participación del CSIC viene de la mano de El Real Jardín Botánico de Madrid, que se incorporó al proyecto en 2009.
Los investigadores confirman que determinadas secuencias del ADN ribosómico sirven para clarificar los límites y la identidad de las especies en hongos.
Particularmente, han determinado que las secuencias ITS (dos espaciadores internos que no se transcriben), son regiones aspirantes a convertirse en códigos de barras genéticos por su variabilidad y susceptibilidad de acumular mutaciones.
La nueva herramienta, denominada DNA barcoding, se basa en comparar el código de barras genético o barcode de un espécimen desconocido con una o más secuencias de especímenes bien identificados por otros medios. Obviamente, la eficacia de este método depende de la disponibilidad de secuencias en bases de datos con las que confrontar los resultados.
Hasta ahora, la identificación de las especies se llevaba a cabo empleando caracteres morfológicos como el tamaño, la forma o el color. El mecanismo propuesto por el Consortium for the Barcode of Life, integrado por 200 organizaciones de unos 50 países, pretende servir de complemento a ese sistema, además de permitir una identificación rápida para los investigadores que lo necesiten.
En el caso de los hongos, este método permite la identificación de especímenes difíciles, que son aquellos que carecen de caracteres morfológicos, como los cultivos aislados de plantas o de animales hospedantes o los fragmentos de talos de los líquenes
Explica María Paz Martín, investigadora del Real Jardín Botánico de Madrid (CSIC).
Asimismo, los científicos creen que el DNA barcoding facilita el descubrimiento de nuevas especies y contribuye a la sostenibilidad de los recursos naturales, ya que facilita la protección de especies en peligro de extinción, sirve para identificar organismos invasores o para detectar parásitos en cultivos agrícolas.
Vía | CSIC
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