El animal más difícil de matar de la Tierra es el llamado oso de agua o tardígrado: un invertebrados microscópicos de 0,1 ó 0,2 mm de largo con ocho patas regordetas, garras y cabeza a modo de pequeña sonda.
Sin embargo, incluso su proverbial resistencia será insuficiente para tolerar el calentamiento global, según un nuevo estudio de la Universidad de Copenhague publicado en Scientific Reports.
Vulnerables al calor
Según revela el estudio, los tardígrados son muy vulnerables al calor a largo plazo en estado activo. Concretamente, se estudió a la especie Ramazzottius varieornatus, un tardígrado que se encuentra con frecuencia en hábitats transitorios de agua dulce.
Los investigadores estimaron que para los tardígrados activos no aclimatados, la temperatura letal media es de 37,1 ° C. En cuanto a las muestras desecadas de tardígrados, los autores observaron que la temperatura de mortalidad estimada del 50% es de 82,7 ° C después de exposiciones de 1 hora, si bien se registró una disminución significativa a 63,1 ° C después de exposiciones de 24 horas.
Según explica el postdoc Ricardo Neves, uno de los autores del estudio:
De este estudio, podemos concluir que los tardígrados activos son vulnerables a las altas temperaturas, aunque parece que estas criaturas podrían aclimatarse al aumento de las temperaturas en su hábitat natural. Los tardígrados desecados son mucho más resistentes y pueden soportar temperaturas mucho más altas que esas soportado por tardígrados activos. Sin embargo, el tiempo de exposición es claramente un factor limitante que limita su tolerancia a las altas temperaturas.
Los tardígrados son criaturas de menos de un milímetro de largo que pueden sobrevivir cuando son sometidas sometidas a temperaturas de hasta 150 °C y congeladas a casi cero absoluto. Incluso, es bastante probable que estén habitando la Luna, pero no parece que sean capaces de tolerar temperaturas altas por mucho tiempo.