El enorme abanico de prácticas sexuales llevadas a cabo por las distintas especies animales pone de manifiesto que el Kama Sutra es un libro más bien soso y monocromo, sobre todo si atendemos al embarazo con el que hemos abordado a menudo los temas sexuales humanos, medición de penes incluido. Basta con echar un vistazo a cualquier método de cópula para empezar a pensar que estamos ante una novela de ciencia ficción.
Por ejemplo, el sexo que practica la mantis religiosa. ¿Cómo es posible que el sexo culmine con la decapitación y/o engullimiento del macho? Según un artículo de K. D. Roeder, del Tufts College, Massachisetts, publicado en Biological Bulletin bajo el título “Un análisis experimental del comportamiento sexual de la mantis religiosa”, de 1935, se informaba que esta práctica podría tener una ventaja evolutiva.
Al parecer, lo que Roeder descubrió es que si la hembra decapitaba al macho, éste, después de recuperarse de la conmoción (tras unos diez minutos), “intentaba copular e forma violenta con cualquier objeto largo y redondeado, como un lápiz o un dedo”, escribe Ian Crofton en su libro Historia de la ciencia sin los trozos aburridos. Como explican en Naukas:
En las mantis, los movimientos copulatorios están controlados por unos nervios que se encuentran en el último ganglio abdominal. Estos movimientos están normalmente controlados por centros inhibidores situados en el ganglio subesofágico (cerca de la cabeza). Cuando la hembra devora la cabeza de su pareja, ya no hay nada ya que inhiba los movimientos copulatorios. Lo que queda del macho se convierte en una máquina del sexo. Intentará copular con todo lo que se le ponga por delante que tenga un tamaño o forma vagamente aproximados al de la hembra.
Aun así, lo cierto es que no es un comportamiento tan habitual como vulgarmente se piensa y sólo ocurre en un limitado número de especies.
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