Morder una mazorca de maíz obliga a los músculos maseteros de nuestra mandíbula a comprimir los dientes para ejercer aproximadamente 30 kilogramos de fuerza por centímetro cuadrado. Si apretamos con todas nuestras fuerzas, incluso podemos aumentar la presión hasta los 77 kilogramos.
Un perro labrador muerde con una fuerza de unos 68 kilogramos, así que no está nada mal.
Sin embargo, nos quedamos muy cortos si nos comparamos con un puma: muerden con una fuerza de aproximadamente 426 kilogramos. Los pumas suelen matar a sus presas más pequeñas dando un mordisco letal en la base del cráneo, separando el cuello y la médula espinal. Si eso no funciona, entonces el mordisco se dirige a la yugular y a la tráquea.
El mordisco más fuerte, sin embargo, lo consigue el cocodrilo: la fuerza de un cocodrilo de casi 4 metros llamado Hércules se midió en 964 kilogramos.
El instrumento utilizado para medir la presión de mordida es el gnatodinamómetro.
El extinto dinosaurio Tyrannosaurus Rex se cree que mordía con una presión de 1.500 kilogramos.
Los tiburones blancos prehistóricos tenían una mordida hasta seis veces más potente que la del Tiranosaurus Rex, según sugirió un estudio dirigido por la Universidad de Nueva Gales del Sur en Australia que fue publicado en la revista ‘Journal of Zoology‘. Los investigadores usaron técnicas informáticas de modelaje para calcular la fuerza que tenía un mordisco del ‘Carcharodon megalodon‘, un familiar extinto del gran tiburón blanco.
Vía | El club de los supervivientes de Ben Sherwood
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