Adiós al mito del “machote”. Grandes ornamentos sexuales no tienen que significar una salud de hierro, al menos en lo que se refiere a las aves.
El macho del lagópodo escocés, un ave de caza en Reino Unido, se vuelve más débil frente a los parásitos cuanto mayor es su nivel de testosterona, según un estudio liderado por la universidad escocesa de Aberdeen en el que ha participado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Es decir, que todo ese esfuerzo por “lucir palmito” les hace mucho más vulnerables.
Esta investigación prueba por primera vez la base genética de la hipótesis del Hándicap de la Inmunocompetencia, que trata de explicar el precio que tienen que pagar los machos para desarrollar sus ornamentos sexuales:
solo aquellos con un sistema inmune más fuerte y mayor resistencia frente a los parásitos pueden permitirse mantener niveles altos de testosterona.
Las poblaciones de lagópodo escocés atraviesan ciclos periódicos. A épocas con grandes densidades le siguen otras en las que el número de individuos desciende de forma drástica. Desde hace más de 30 años la ciencia ha tratado de averiguar las causas de esta oscilación demográfica y se han establecido dos hipótesis principales.
La primera señala a los parásitos como causa principal del fracaso reproductor del ave, mientras que la segunda establece que los cambios de agresividad de los machos regulan el número de individuos que controlan un territorio.
La investigación demostró que ambas hipótesis son válidas y no excluyentes. Ya que los parásitos limitan la expresión de la agresividad, al mismo tiempo que la agresividad y los altos niveles de testosterona aumentan la susceptibilidad frente a los parásitos. Un círculo vicioso del que hay que mantener control.
Vía| CSIC
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