A rebufo de las letras helvéticas que está generando la ya epidemia de la peste porcina, vale la pena abundar un poco en las bacterias que también habitan nuestro mundo. Aunque en principio nos infunden menos temor, lo cierto es que cada vez amenazan más al ser humano. Una de las razones del aumento de su nivel de amenaza radica en el abuso de antibióticos que usamos para combatirlas, que progresivamente está aumentando su resistencia.
Las bacterias representan una de las formas de vida más antiguas, resistentes y extendidas de la Tierra. Son unicelulares y apenas tienen cinco micrómetros de largo (cinco millonésimas partes de un metro). Para que os hagáis una idea de su presencia, imaginad un gramo de tierra. En ese gramo hay 40 millones de células bacterianas.
Además de haber muchas, también hay un abanico casi infinito de tipos de bacterias. Tanto es así que se cree que el 90 % de las bacterias existentes aún no han sido descritas. Tienen una capacidad de supervivencia tan elevada y una resistencia al medio tan numantina que hasta algunas son capaces de permanecer tan tranquilas en el espacio exterior, en la lava de un volcán o en deshechos radioactivos.
Y ahora el dato más perturbador: en nuestro cuerpo hay tantas células humanas como células bacterianas. De algún modo, somos mitad humanos, mitad bacterias. Algo así como la versión bacteriana del hombre-mosca que interpretaba Jeff Goldblum.
Afortunadamente, gran parte de estas bacterias son beneficiosas; aunque matamos a muchas de ellas cada vez que ingerimos antibióticos “por si acaso” cuando, por ejemplo, tenemos un catarro o una gripe causados por virus y no por bacterias.
Las 5 bacterias que más se están fortaleciendo a raíz de nuestras ingestiones irresponsables de antibióticos y que se prodigan cada vez más en nuestro ambiente, sobre todo en hospitales, son las siguientes:
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La Streptococcus pneumoniae, que es una de las causantes de la sinusitis, la otitis y la neumonía. A veces provoca enfermedades más graves, como la septicemia o la meningitis. Resiste los antibióticos que se acostumbran a usar para tratarlas: penicilina y macrólidos.
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La Enterococcus sp, que forma parte de la flora intestinal y puede originar infecciones en el tracto urinario y, además, endocarditis, peritonitis y abscesos intraabdominales.
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La Escherichia coli, que es la primera causante de infecciones del tracto urinario y de la septicemia. Las formas resistentes a los antibióticos tipo penicilina, cefalosporina y aminoglicosida son cada vez más habituales.
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La Klebsiella pneumoniae, que coloniza la piel, el tracto gastrointestinal y las vías respiratorias de los pacientes hospitalizados. Está asociada a infecciones urinarias y respiratorias en pacientes con las defensas bajas.
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La Pseudomonas aeruginosa, que provoca infecciones nosocomiales y complicaciones bacterianas en pacientes con fibrosis quística.
Este es el Top 5 de las bacterias malignas. Y nuestra tendencia a automedicarnos (cabe señalar que España es uno de los países con mayor tasa de automedicación de Europa y, por tanto, el país con más alto nivel de bacterias resistentes) acabará por convertirlas en invencibles.
Vía | XLSemanal del 3 de mayo de 2009
Más información | Hipertextos del Área de la Biología
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