Imaginad que toda vuestra vida está consagrada exclusivamente a jugar al ajedrez. Es más, imaginad que habéis sido diseñados específicamente para jugar al ajedrez las 24 horas al día el resto de vuestra vida. ¿No sería absurdo entonces que no pudierais distinguir entre blanco y el negro?
Es decir, toda vuestra realidad se basa en un tablero de escaques blancos y negros y de piezas blancas y negras. ¿Qué sentido tendría entonces jugar al ajedrez sin diferenciar esos dos colores? Bien, sería absurdo si realmente hubiéramos sido diseñados para jugar al ajedrez. Pero lo cierto es que no fuimos diseñados ni para eso ni para ninguna otra cosa.
La selección natural no es en ningún caso un diseño para cumplir objetivos sino una ciega adaptación a trompicones al medio. Por eso la evolución tiene tantos errores. Errores como que existan ballenas que no saben identificar el color que representa toda su realidad: el azul.
Las ballenas y las focas son daltónicas. Pueden percibir el color verde, pero carecen de las premisas fisiológicas necesarias para percibir el azul. A pesar de que la mayoría de los mamíferos pueden distinguir el azul y el verde, no sucede así con los mamíferos marinos, como constató un equipo de científicos sueco-alemanes.
Los científicos investigaron la retina de catorce odontocetos o ballenas dentadas distintas, leones marinos y focas, y en ninguno de ellos se encontró un receptor capaz de captar las tonalidades del azul. Solamente poseían conos para el verde y bastones para la percepción de la claridad y la oscuridad. El mundo de las ballenas y las focas, por lo tanto, es un mar en verde y no un mar en azul.
¿Cuál es la ventaja de ser ciego al azul si vives en mar? ¿Es realmente un error de la naturaleza?
En el mar, las partículas de luz de una longitud de onda larga se encuentran más dispersas que las de longitud de onda corta, lo que comporta que, a mayor profundidad, predominen más las partículas de corta longitud de onda, es decir, los azules, un efecto que, por lo demás, cualquier buzo puede confirmar.
A mayor profundidad, más azul es el universo que nos rodea. Ante estas perspectivas, percibir el azul, poseer una percepción óptima del contraste y la iluminación, es importante. De hecho, la mayoría de peces disponen de una buena capacidad para ver el color azul.
Entonces ¿qué pasa con las ballenas y las focas?
Algunos científicos sospechan que la pérdida de los conos azules es el vestigio de una época en la que las focas y las ballenas no se habían adaptado completamente al agua y seguían viviendo en las aguas poco profundas y turbias de las costas, donde los colores azules eran más bien un artículo escaso. (…) Más plausible parece la suposición de que la ausencia de percepción del azul en las focas y las ballenas constituye un error o se debe a una absurda jugarreta de la evolución.
Vía | De focas daltónicas y alces borrachos de Jörg Zittlau
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