No solo vamos a ser los animales superiores los que tengamos problemas de sobrepeso. Ya en 1960 se presentaron estudios sobre bichos pasaditos de peso, cuando estudios entomológicos en Florida identificaron insectos obesos. Al alimentar a moscas capturadas en la naturaleza con una micropipeta, se descubrió que podían duplicar su peso, produciendo grasa.
Más recientemente, los científicos han estudiado la obesidad en libélulas macho. Ruud Schilder, biólogo de la Universidad Estatal de Pensilvania, descubrió que una infección producida por un parásito induce a las libélulas a acumular lípidos en su tórax y alrededor de los músculos empleados en el vuelo. Estas libélulas obesas obtienen menos éxito en el apareamiento y en la defensa de su territorio frente a sus rivales, probablemente por que son incapaces de realizar vuelos largos. Sin embargo también se ha descubierto, que las libélulas sanas simplemente regordetas poseen músculos de vuelo más fuertes y se reproducen con más facilidad.
El trabajo más extenso sobre la obesidad en los insectos se ha realizado sobre moscas de la fruta. Las larvas que se alimentan con dietas más ricas en calorías tienden a engordar rápidamente e incluso aquellas con dietas altas en azúcar desarrollan una condición similar a la diabetes y su vida se acorta considerablemente. Una vez que las moscas alcanzan su etapa adulta hay un límite que es imposible superar. Al igual que los seres humanos, las moscas de la fruta almacenan el exceso de energía en gotas de lípidos, pero las moscas adultas, pasada la fase larvaria, estén provistas de un exoesqueleto quitinoso, lo que significa que por mucho que se engorden no pueden aumentar de tamaño.
Vía | popsci
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