Un trabajo realizado por la Universidad Hebrea de Jerusalén y publicado en la revista Current Biology desvela el motivo por el cual las ventosas de los pulpos no se adhieren a sus propios cuerpos a pesar de que ellos no son conscientes de sus movimientos. El autor principal del estudio y científico del departamento de neurobiología de la universidad hebrea Guy Levy explica que “la piel de los cefalópodos desprende un compuesto químico que inhibe el de sus ventosas”.
Al parecer, los pulpos son capaces de identifican sus propios brazos amputados, ya que tratan los tentáculos mutilados de otros pulpos como alimentos con más frecuencia que los suyos. Estos resultados resultarán útiles para el desarrollo de un robot quirúrgico flexible que pueda reconfigurarse en entornos con obstáculos como por ejemplo el interior del cuerpo humano.
Vía sinc
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