Por todos es conocido que la madre naturaleza es muy sabia.
Si nos fijamos en la forma que tiene de elaborar materiales, podemos observar que al mezclar componentes orgánicos con inorgánicos a escala nanométrica obtenemos compuestos con mejores propiedades.
Uno de los muchos ejemplos es la concha de Abulón (Haliotis), cuya masa está compuesta por carbonato de calcio en un 98% y por proteínas en un 2%.
Este material es 3000 veces más duro que si sólo estuviera formado por el componente inorgánico, en este caso el carbonato cálcico.
La clave de esta maravillosa dureza se encuentra en que se construye a escala nanométrica.
Por una parte, se puede imitar a la naturaleza en la composición y mezcla de estos diferentes tipos de materiales para conseguir fabricar cerámicas más duras.
O también podemos hacer algo aún más sofisticado; nos podemos inspirar en cómo la naturaleza consigue este material tan fabuloso, en condiciones normales, a temperatura ambiente, sin utilizar químicos tóxicos y sin emitir materiales contaminantes al medio ambiente.
Pero claro, para construir este fascinante compuesto la naturaleza utiliza seres vivos, éstos conocen perfectamente las instrucciones para su fabricación gracias a su código genético.
De esta manera, cuando el abulón se reproduce, transmiten a la siguiente generación las instrucciones para hacer un material tan extraordinario.
Esta es la dirección en la que se está moviendo parte de la investigación actual en el mundo de la nanociencia y nanotecnología.
Varios científicos están estudiando si pueden conseguir que seres sencillos como virus o bacterias no infecciosos construyan estructuras útiles para nosotros.
Se trata de "domesticarlos" para que, utilizando su material genético, construyan nanohilos, baterías o células solares.
A día de hoy, se ha conseguido que virus no patógenos puedan usarse como moldes para la síntesis dirigida de nanohilos magnéticos y semiconductores.
Mediante la modificación genética de virus se consigue que ciertos péptidos aparezcan en la superficie del virus. Estos péptidos adsorben de medio líquido los elementos de interés y se forman monocristales (ZnS, CdS, CoPt, FePt...) en esa misma superficie.
Un calentamiento posterior elimina los virus pero induce la formación de los nanohilos.
Es muy improbable que estas aplicaciones que requieren dicha "domesticación" sean comerciales en un futuro cercano, sin embargo, este tipo de investigación nos ayuda no sólo a entender cómo la naturaleza fabrica los materiales sino también a intentar aprovechar los beneficios de esta forma de producción.
Vía | Nanotec
Ver 1 comentarios