Estamos acostumbrados a leer relatos sobre hombres y mujeres que cruzan grandes distancias a bordo de cayucos en busca de un porvenir mejor. Pero los animales, sin quererlo, también han protagonizado travesías similares, lo cual ha permitido que determinadas especies poblaran regiones aisladas por el mar.
Algunos animales son capaces de permanecer días enteros con la movilidad reducida para cubrir grandes distancias marítimas. Hace más de 25 millones de años, nuestros antepasados primates cruzaron de algún modo el océano para saltar de África a Sudamérica.
Lo hicieron a bordo de embarcaciones improvisadas, tal vez fragmentos desprendidos de manglar que, al igual que islas flotantes, les proporcionaban sustento durante un breve espacio de tiempo. El manglar es un tipo de ecosistema formado por árboles (mangle) muy tolerantes a la sal que ocupan la zona intermareal cercana a las desembocaduras de cursos de agua dulce de las costas de latitudes tropicales de la Tierra. Tienen una enorme diversidad biológica con alta productividad, encontrándose tanto gran número de especies de aves como de peces, crustáceos, moluscos, etc.
Ambos continentes, en aquél entonces, estaban más próximos que ahora, y dado el bajo nivel del mar, es probable que emergiese una cadena de islas que facilitara la travesía desde África occidental. Pero aún así la hazaña debió de ser legendaria.
A un nivel más minúsculo, los desechos flotantes son usados accidentalmente por animales pequeños para saltar a otras islas e incluso a otros continentes. Un ejemplo es el de la iguana, que puede medir uno a dos metros de longitud. Por ejemplo, en El cuento del antepasado de Richard Dawkins, se menciona un artículo de la revista Nature publicado por Ellen J. Censky que informa que, el 4 de octubre de 1995, al menos 15 ejemplares de iguana aparecieron en las playas del este de la isla caribeña de Anguilla, a pesar de que hasta entonces esta especie jamás la había habitado.
Al parecer desembarcaron en la isla desde una maraña de troncos y árboles descuajaringados, algunos de los cuales medían más de 10 metros y presentaban una buena cantidad de raíces.
Las iguanas, pues, se habían convertido en improvisados inmigrantes llegados en cayucos. Probablemente, la singladura de las iguanas fue propiciada por el huracán Luis, que sacudió el Caribe oriental el 4 y el 5 de septiembre, o quizás el Marilyn, que lo hizo dos semanas más tarde. ¿No os recuerda todo este viaje azaroso al de esas botellas con un mensaje en su interior que son lazadas desde una costa y que, unos años después, llegan a otra costa situada a miles de kilómetros?
Vía | El cuento del antepasado de Richard Dawkins
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